Racing Club El Primer Grande

El jugador que le dijo no a Galtieri

Julian Scher te cuenta la historia de Carlos Caldiero, ex jugador de Racing, que le dijo que no al asado que el plantel compartió con Leopoldo Fortunato Galtieri, presidente de facto, en el Cilindro en 1981.

Foto de portada: Carlos Caldeiro con la camiseta de Racing Club frente a Vélez Sarsfield, 28 de junio de 1981, en cancha de Atlanta.
Foto de portada: Carlos Caldeiro con la camiseta de Racing Club frente a Vélez Sarsfield, 28 de junio de 1981, en cancha de Atlanta.

-¿Venís, loco?
-No, no, Pato. Yo no me quedo. No pienso como él y no me gusta para nada.
El que pregunta es José Pastoriza. El que responde, Carlos Caldeiro. El escenario, la puerta del vestuario de Racing. El motivo, un asado con Leopoldo Fortunato Galtieri en el Cilindro.
Caldeiro tenía 18 años cuando debutó en la Primera de la Academia. Domingo 26 de abril de 1981. Fecha 13 del Campeonato Metropolitano. Estadio Arquitecto Ricardo Etcheverry. Le habían avisado el sábado a la mañana que concentraba. Dudó si tenía que llevar un pijama. Finalmente, agarró sólo los botines. Compartió pieza con José Van Tuyne, aquel muy buen defensor que, un poco más de un año después, integraría la Selección en el Mundial de España. Estaba medio distraído cuando le dijeron que le tocaba entrar. El masajista se le acercó, le tiró alcohol en el pecho y trató de tranquilizarlo. Él le respondió que no estaba nervioso. Reemplazó a José Rubén Scalise. “No anduve especialmente bien”, apunta. Hugo Villarruel hizo el gol del triunfo pero la gente quedó deslumbrada con la habilidad del pibe. El Gráfico, un par de días después, publicó una nota titulada “Un tal Caldeiro”. Arriba del colectivo, camino al entrenamiento, se topó con el texto que lo elogiaba. Del susto, cerró la revista y la guardó en el bolso. Para ese entonces, Caldeiro, que había soñado desde chiquito con jugar en Racing, sabía quiénes eran los hijos de puta que estaban destruyendo la Argentina.

Caldeiro, en la revista El Gráfico, edición 3351, 27/12/83

Galtieri, que asumió la presidencia del país el 22 de diciembre de 1981, ya era miembro de la Junta Militar, es decir, ya integraba el elenco de responsables intelectuales y materiales del proyecto genocida. Había nacido el 15 de julio de 1926. Lo nombraron comandante del Cuerpo de Ingenieros del Ejército en 1975 y, a partir de ahí, no paró de escalar posiciones en el escalafón castrense. En su edición del 17 de diciembre de 1981, la revista Gente lo presentó como los manuales de historia suelen presentar a los salvadores de la patria: “Acaso hoy, este hombre de 55 años, nacido en Caseros, casado con Lucía Noemí Gentili, padre de tres hijos -la mayor es psicóloga- una nieta, fanático de Racing, y poseedor de amigos entrañables -tanto dentro como fuera del Ejército- piense que esa expresión de deseos al asumir su cargo de comandante, es más difícil, más ardua, más complicada de concretar que lo que él suponía”.

Caldeiro, en la revista El Gráfico, edición 3351, 27/12/83

Ese mediodía no fue cualquier mediodía en Avellaneda. A nadie se le olvida la imagen del helicóptero bajando en la cancha auxiliar. A los futbolistas les comunicaron quién era el presunto invitado ni bien terminó la práctica. “Tengo todavía la imagen del helicóptero en la cabeza”, señala Ángel Leroyer, un zaguero central que había asomado al fútbol grande en Colón de Santa Fe. Lo mismo cuenta Horacio Godoy, un mediocampista surgido de las inferiores que estaba dando sus primeros pasos en el plantel profesional: “Estacionaron el helicóptero en una de las canchas. El asado se hizo en el hongo, donde ahora está la pensión. Yo era de los más pibes, así que me senté en la otra punta de la mesa. No tenía ni idea de quién era Galtieri”. Otro de los que aporta precisiones es Osvaldo Pérez, el único que vistió las camisetas de Boca, de River, de Independiente y de Racing: “Fue un día de semana. Arriesgaría que un jueves. Dio un saludo de bienvenida y preguntó cómo estaba el equipo. Había varios dirigentes. Mucho más diálogo no tuvimos”.

Todavía estaba lejos de que le pidieran autógrafos cuando se enteró de que en la Argentina había gente desaparecida. Caldeiro vivía desde muy pequeño en el Barrio Obrero 2 Eva Perón, inaugurado entre 1950 y 1951 en la zona este de Lanús. Aclara: “Yo no venía de una casa politizada pero había oído varias veces a mi mamá exaltar la figura de Evita”. Oscar Fernández y María Rosa Moreira eran un poco más grandes que él y cada tanto lo llevaban a dar una vuelta en una moto Ducati. Dejó de cruzárselos de un día para el otro. Preguntó qué les había pasado. La verdad lo conmovió: estaban secuestrados desde el 6 de mayo de 1978. Con el tiempo, se enteró de que no eran las únicas víctimas del plan sistemático de exterminio desplegado por la dictadura en la que Galtieri cumplía un papel protagónico. De hecho, Cristina Amparán, Osvaldo Maciel, Marta Ávila, Héctor Vidal, Mario Massuco, Heriberto Ruggeri, Beatriz Fariña y César Canay también eran del barrio y también están desaparecidos. Una baldosa con sus nombres, colocada en mayo de 2008, impide el triunfo del olvido. Maciel y Ruggeri, además, eran hinchas de Racing. Ninguno de los dos llegó a gritar un gol de Caldeiro.

Cuando Caldeiro fue agredido por barrabravas de Racing. El Gráfico, edición 3448, 5/11/85

Santiago Saccol era el mandamás de la Academia cuando Caldeiro eligió no participar del asado con Galtieri. Le había ganado las elecciones del 30 de octubre de 1979 a Humberto Capelli, máxima autoridad del club desde mediados de 1978, quien sería subsecretario del Ministerio de Trabajo desde el 17 de noviembre de 1982 y sospechado de tener un potente vínculo con el represor Emilio Eduardo Massera. Héctor Rinaldi, presidente de Racing entre 1986 y 1988, se desempeñaba en ese entonces en las áreas de relaciones públicas y de prensa. Su voz no titubea: “Avisó un día antes que venía. No cayó muy bien pero era la costumbre de los militares. Apareció con una comitiva grande y con una botella de grapa. Saludó a los jugadores y entró a la cancha. Del asado participaron el plantel, el cuerpo técnico y parte de la comisión directiva. Se fue bastante borracho”. Juan De Stéfano, mano derecha de Victorio Calabró en la gobernación bonaerense entre 1974 y 1976, detenido y torturado por la dictadura entre 1976 y 1978 y titular del club entre 1988 y 1995, confiesa no haber compartido achuras con el principal impulsor de la Guerra de Malvinas: “No sé quién le dio permiso para aterrizar pero a semejante dictador no era fácil decirle que no. No me consta que haya habido un asado. Cuando escuché que venía, aproveché y me fui para no saludarlo.

Caldeiro no necesita desplegar muchos argumentos al evocar por qué hizo lo que hizo. Reivindica que el fútbol le dio la chance de comprarse sus primeros libros, que atrapó algunos de los mensajes entre líneas que lanzaba la revista Humor y que el escritor latinoamericano Eduardo Galeano le abrió la cabeza. Da entender en cada frase la decisión de no permitir que le calcen el traje de héroe por un acto de resistencia. “¿Si volvería a actuar de la misma manera? No me arrepiento pero me gustaría poder haber hecho más. Por ejemplo, decirles a mis compañeros por qué no había que sentarse a comer con esa persona”. En cambio, sí deja en claro la razón por la que rechazó una invitación al programa de Mirtha Legrand en su etapa de Primera División: “Era jugador de fútbol y no tenía nada que hacer ahí”. Quizás, parte del misterio lo devele la respuesta que le dio al periodista Daniel Arcucci en una entrevista publicada por El Gráfico el 5 de noviembre de 1985: “No quiero aparecer como la víctima que aprovecha todo esto para salvarse de las críticas por la mala campaña, por mis bajas actuaciones”.

El lazo de Galtieri con Racing no se circunscribió a un asado ocasional. El 14 de mayo de 1981, luego del empate 1 a 1 con Boca en el Monumental, el futuro presidente del país se dio una vuelta por el vestuario para felicitar al equipo. Así lo consignó la Revista Racing –llamada RacinGol en esa época– en el número publicado el 19 de mayo. Incluso fueron transcriptas declaraciones de quien falleciera el 12 de enero de 2003, en prisión preventiva y domiciliaria, acusado de cometer múltiples delitos de lesa humanidad: “El partido me gustó porque a pesar del terreno, fue entretenido. Lo de Racing es meritorio si comparamos su plantel con el de Boca. Lo perjudicó la expulsión de Olarticoechea, y Berta es realmente un jugadorazo”. Pero eso no fue todo: en 1982, en medio de Malvinas, la Revista Racing mostró con orgullo, en la edición del 27 de abril, un telegrama que Norberto Ferrero, secretario privado de Galtieri, había enviado al club: “En nombre del Excmo. Señor Presidente de la Nación, cumplo en expresarles su reconocimiento por el solidario mensaje que le hicieran llegar, ante la gesta reivindicatoria de las Islas Malvinas para el patrimonio nacional. El Primer Magistrado, confortado por un gesto que valoriza el modo de ser argentino, les transmite su emocionado saludo de gobernante y soldado”.

Hacia finales de 1981, en una comida que se proponía evaluar el rendimiento de Racing a lo largo del campeonato, Caldeiro se sentó cara a cara con Pastoriza, alguien a quien quería y admiraba, analizó los pormenores futbolísticos de un conjunto que había alternado más buenas que malas durante la temporada y soltó una sensación que lo perseguía desde aquel mediodía: no le había gustado nada que el dictador comiera un asado en su segunda casa. Pastoriza, como tantas veces y a tantas personas, supo escucharlo.
Acaso no lo haya advertido en ese momento y acaso opte hoy por contestar con los ojos depositados en un pocillo de café. ¿Pero no serán esos los instantes que transforman a un pibe en un jugador de toda la cancha?

Por Julían Scher para El Furgón

Racing Club – El Primer Grande
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