«Todavía no vieron lo mejor de mí, tengo mucho más para dar”

Romero se ganó todos los aplausos.Eligió la camiseta número 10, pero le costó adaptarse. Cuando lo logró se convirtió en figura del equipo.

Alguna vez, Dora creyó que Oscar era Angel y viceversa, pero esa dulce abuela guaraní nunca dudó de que sus nietos serían futbolistas. Lo sufrió en carne propia cuando los mellizos jugaban a la pelota en su patio, poniendo en riesgo la porcelana de sus estanterías. Sucedía en Fernando de la Mora, a las afuera de Asunción, donde Romero empezó a transformarse en un apellido futbolero. Hoy, los hermanos están separados. Angel juega en Corinthians. Pero esta historia sólo tiene que ver con Oscar, el enganche paraguayo, zurdo, hábil, el amante de Juan Román Riquelme que pudo vestir la camiseta de Boca, pero es la figura de Racing.

Lo cuenta Oscar bajo el sol de Avellaneda, mano a mano con Clarín: “Para que dejáramos de romperle cosas a la abuela, mamá nos llevó a la academia de Adolfino Cañete. Entonces, surgieron pruebas en España, Brasil y Argentina. Y a nosotros nos tocó Buenos Aires. Y acá vinimos, claro. Teníamos 15 años. Quedamos, pero no pudimos fichar porque mis padres se tenían que radicar acá y no era posible”.

Lo que no imaginó Romero es que, después de brillar con Cerro Porteño, tendría una nueva posibilidad en el fútbol argentino y en otro club grande. Apareció Racing en su vida y pidió el número de los elegidos: “Cuando debuté en Cerro Porteño, estaba Dos Santos, un histórico. Y me tuve que conformar con la 26. Acá, justo ese dorsal estaba libre, y no dudé en elegirlo”.

-Sos zurdo, extranjero, usás la “10”, tenés muchas referencias de Rubén Paz y optaste por esa camiseta, a pesar de la coyuntura.

-La elegí consciente de lo que significaba vestir esa camiseta. Y, por supuesto, me hablaron de Ruben cuando llegué. Me dieron una linda responsabilidad.

-¿Te costó más de lo que esperabas adaptarte a la Argentina?

-Tenía claro que me iba a costar un poco al comienzo, porque venía de otro país, otro fútbol y siempre tiene un proceso el cambio. El ritmo es diferente, en Paraguay se juega más pausado. Y el fanatismo, el empuje de la gente, hace que aquí los partidos sean de ida y vuelta, intensos, con mucho roce.

-¿Y qué aprendiste del fútbol argentino?

-Acá se juega menos, se corre más. Y a mí me faltaba ser más dinámico, agarrar el ritmo, pero el fútbol que se juega acá, me ayuda a crecer, me hace madurar. Hoy creo que soy un jugador completo.

-¿Lo entendías a Cocca cuando pasaban los partidos y no te daba oportunidades?

-Y … al comienzo, sí. Era consciente que tenía que llevar un tiempo de adaptación. De a poco, con los entrenamientos, los partidos, me iba sintiendo mejor, cuando me sentí bien, quería ser titular. A todos nos gusta jugar de arranque. Cuando no me ponía, me daba bronca, no entendía. Yo sabía que tenía que ganarme un lugar, Racing venía de ser campeón, tenía claro de que iba a estar difícil, pero siempre creí en mis capacidades.

-¿En ningún momento pensaste en volver a Paraguay?

-No, en ningún momento. Sabía que me iba a llegar la chance de afirmarme en el equipo.

-Se nota que es la posición de la cancha en la que te sentís más cómodo, donde fluye más tu juego, es de enganche, no por derecha.

-En realidad, Cocca me había dicho que me tenía como volante por izquierda. Y cuando llegué acá, estaba Camacho en un gran momento. Entonces, me pidió que le diera una mano por la derecha y yo, con tal de jugar, acepté lo que me proponía el técnico. Asumí el riesgo de jugar en ese puesto, que no es el que mejor conozco, pero no me arrepiento, estaba decidido a jugar donde me dijera.

-Con Boca y Crucero la rompiste. ¿Se puede esperar más de vos?

-Todavía no vieron lo mejor de mí. Tengo mucho más para darle a Racing. Disfruto mucho de jugar con esta camiseta, lo más lindo que me pasó, fue que corearan mi apellido. Y no me conformo.  Trato de demostrar para qué me trajeron.

Fuente: Clarín.

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