Racing Club El Primer Grande

Cocca: el equilibrista

Podría haberse ido con la suya, pero siguió. Quemó a los jugadores en los medios para que reaccionaran.

El DT vuelve por más.

El último campeón en Racing vuelve.

Ángel Cappa tomaba un café en Madrid con Diego Cocca cuando, de repente, él le pidió hacer un asterisco y explicarle. Se habían conocido cuando el más joven dirigía a Godoy Cruz y se cruzó con el Huracán de Javier Pastore y le pidió al entrenador rival si podían conversar un rato. Al maestro el alumno le cayó simpático y le dio la chance de sentarse en una de las cenas más míticas de la pelota argentina: las comidas, entresemana, entre periodistas y César Luis Menotti. Estar habilitado a estar en esos eventos representa una identidad futbolística: fútbol de posesión, elaboración y una fundamental importancia de la forma a la par del resultado. Después de salir campeón con Racing y de dejar el cargo, Cappa y Cocca se juntaron en Madrid y el más joven pidió explicar por qué había tomado la decisión de armar un equipo vertical, apelando al talento de Gustavo Bou y de Diego Milito.

Cocca encontró su mayor talento como entrenador en la síntesis. Apenas comenzó su primer torneo como entrenador de Racing, con 14 jugadores nuevos, tuvo que encontrarse con Independiente y en la conferencia de prensa tuvo una declaración que no cayó nada bien: «Prefiero perder el clásico y salir campeón». Sus palabras tenían una lógica que había aprendido en su casa formativa: en River, en los noventa, el equipo caía en el Superclásico, pero ganaba el título. La Academia fue a la cancha de Independiente y perdió 2-1. El entrenador empezó a teclear y dialogaba con los periodistas para que le bajaran la luz de tiro. Estuvo prácticamente afuera cuando perdió la Copa Argentina contra Argentinos, que estaba en la segunda categoría, y decidió apostarlo todo.

«Tenemos que elegir jugadores con ganas de salir», abrió el fuego. Encaró a los jugadores en el entrenamiento y les preguntó si les había molestado la declaración. Si era así que se hicieran cargo. Diego Milito y Sebastián Saja le aplaudieron el empuje y Racing salió unos días después a quedarse con un empate contra Newell’s. «El hincha de Racing me demostró que necesitaba sentirse orgulloso de su equipo porque esa noche empatamos con Newell´s y a la gente le gustó», explicó él y las cosas le salieron.

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Equilibrista como pocos, Cocca debió enfrentarse a otra realidad costosa: en un partido definitorio, sacó a Milito y, cuando podía complicársele todo, la vida le sonrió, Gustavo Bou hizo un golazo y Racing quedó al borde de campeonar. Manejó la tensión con el ídolo del club de manera tan prolija que hasta aceptó el desafío de sentarlo en el banco de suplentes en la etapa final del único tipo que ganó dos títulos en los últimos 50 años de la institución. «Cuando a Diego le tocó estar afuera lo entendió perfectamente. La rodilla lo tuvo a maltraer en un momento y preferimos cuidarlo. Con Diego tuve y seguiré teniendo una relación bárbara», contó el director técnico al irse.

Cocca fue el equilibrista. Se ordenó entre lo que tenía -dos delanteros que se entendían a la perfección- y entre lo que quería. Supo picar la piel del plantel en el momento necesario. Agitó las aguas ya agitadas y mandó al frente al equipo, a riesgo de todo. Como nunca en los últimos años de una institución, aguantó y desde el aguante sacó el jugo: Cocca supo entender el mapa del fútbol argentino y sus riesgos como pocos.

Fuente: GOAL

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