Racing dio todo pero se quedó con las manos vacías.
Fue doloroso, triste y muy duro. El sueño de levantar la Copa Libertadores nos lo han arrebatado y el mundo racinguista tuvo que atravesar ese vacío que no se conocía.
Por eso el hincha de Racing quedó perplejo. El final del partido dejó la sensación de pérdida, de duelo, pero con ganas de aplaudir a más no poder. Pero ¿por qué?
Porque esta eliminación da lugar al aprendizaje. A un nuevo aprendizaje. El de perder con la cabeza en alto.
Esto sucedió ayer. El equipo trató, con sus armas y a su manera, de doblegar a un conjunto muy pero muy superior. Y casi lo logra. Es una sensación de angustia, pero que permite decir “lo dieron todo”.
Porque esta es la nueva enseñanza. Hace unos años, todos los hinchas se frustraban por no poder pasar más de los cuartos de final de las copas. Por aquel entonces, Licha decía “hay que seguir compitiendo y compitiendo hasta aprender a jugar en esas instancias”.
Y ahora eso fue lo que cambió. Este equipo, a través de su entrenador, permitió soñar a todos con ganar la Sudamericana, la Recopa y, por qué no, la Libertadores.
Porque pasó Peñarol y Vélez sin que el hincha diga “fue un milagro”. Incluso habiendo perdido en Uruguay. Porque Racing dio garantías de equipo muy peleador.
Ante Flamengo todos sabían que iba a ser muy duro. Pero muy. Y aún así se le hizo frente y lo separó un gol de la paridad.
No hay que hablar de los hinchas más grandes que “vivieron épocas duras y ese piripipí”. Eso ya se habló demasiado en la previa. Hoy el hincha joven, el que cree que cada dos o tres años se sale campeón, vivió su primera gran desilusión.
Pero esta es distinta. Es novedosa. Los más grandes estábamos acostumbrados a los golpes. Los más jóvenes viven algo nuevo.
Eso sí. Ahora la cabeza está bien alta. Bien orgullosos de ser de Racing. Porque el dolor es infinito, pero el camino es este. Hay que seguir. Licha quería que aprendamos a jugar los partidos coperos, ahora hay que aprender a ganar los partidos definitorios. Y no es poco este avance.