Tuvo mil ofertas. Pero eligió con el corazón. Milito, el hincha que se jugó por un sueño. Está ahí de lograrlo.
Milito mira el cielo. Dice “Gracias Dios”.
Milito tenía ofertas millonarias. Podía elegir. Seguir en Italia. Oh, Italia, che bella cosa. O ir a la Major League Soccer. Yes, of course, Iuesei. O ganar todavía más millones en Qatar o Malasia, donde tantos elefantes van a dejarse morir en paz, entre jeques, dunas y alfombras voladoras. El Príncipe Milito tenía todo. Paz, tranquilidad, títulos, un reino para contemplar cada mañana desde su ventana, un sillón mullido donde apoyar su corona.
De todos esos futuros posibles (Italia, EE.UU., Qatar, tirarse al sol por el resto de sus días en una playa paradisíaca), Milito eligió Vietnam. O sea, en junio, firmó con Racing.
Hay que elegir Racing. Hay que elegir Racing a los 35 años. Está bien, Milito es hincha como millones de descerebrados que pasan sus días en el Borda -o sea, el Cilindro- y salen cada tanto para ir al laburo, llevar a los pibes al colegio o cenar con una mina. Pero la diferencia -gran diferencia- es que Milito volvió a elegir Racing a los 35 años y con una carrera hecha. Y eso es toda una decisión, una manera de plantarte ante la vida. Porque es jugarte todo, es ponerte a prueba cada domingo, es que te cague a patadas algún lateral insolente (o algo peor, que te quite la pelota y te deje en ridículo), es que en cualquier cancha un mocoso te escupa o te grite ladri desde atrás del alambrado. Porque Milito podía seguirlo por tevé y cada tanto tuitear una frase de amor por los colores. Pero no.
Algo debe tener Racing. Milito mira el cielo. Dice “Gracias Dios”.
Acaba de hacerle el tercero a Central. Antes hizo algunas otras cositas. Por ejemplo la gran jugada del primer gol, ese giro, ese tiempo para tomarse en el área y pensar, esa pelota para Videla, pura jerarquía. Y ahora el tercero. Y antes el segundo. Y el título ahí.
En el 2001 se fue campeón pero no ídolo. Volvió para esto: ser ídolo. Milito siempre habla de un sentido de pertenencia. Es uno de los primeros en llegar a los entrenamientos, va al predio Tita Mattiussi a ver a las Inferiores, aconseja a los más pibes y se enoja como un chico cuando durante el partido la pelota no le llega. Idolo total en Genoa, figura en Zaragoza (le hizo cuatro al Real Madrid), campeón de todo con el Inter, Milito tiene mil títulos y un nudo en la garganta.
“Racing es mi vida, volví para esto”, dice.
Algo debe tener Racing. Algo debe tener Milito, el hincha que eligió volver. Mira el cielo. Dice “Gracias Dios”. No se da cuenta de que, en Racing, es Dios
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Fuente: Olé
Racing Club – El Primer Grande
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