Gustavo Goñi, psicólogo del plantel profesional y parte del cuerpo técnico de Cocca, en una charla para pensar el juego desde otro lado.
Gustavo Goñi, psicólogo del plantel profesional y parte del cuerpo técnico de Cocca, en una charla para pensar el juego desde otro lado.
Gustavo Goñi presta el oído ante cada pregunta, se toma el tiempo necesario para pensar la respuesta y evita sentencias sin sentido. Pero el tema gira sobre la mesa. ¿Por qué todavía sobreviven rispideces entre el fútbol y la psicología? No hay conclusiones categóricas y sí aproximaciones interesantes. Invitado por el sitio oficial para una entrevista exclusiva, el psicólogo del plantel profesional de la Academia expone sobre una tarea que muchas veces no es lo suficientemente reconocida en el ambiente del fútbol. Con el debate abierto, lo que vale es sumergir sin prejuicios la cabeza en un tema bien importante en esto del deporte de alta competencia.
-Mucho se habla hoy de qué relación hay entre el fútbol y la psicología. Evidentemente, el cuerpo técnico lo tiene bien en cuenta porque vos sos uno más del equipo de trabajo. ¿De qué puede servirle lo tuyo a Racing?
-Lo psicológico, lo emocional, es una pata más del rendimiento. Mi trabajo es tratar de potenciar al máximo las capacidades de cada persona. Yo tengo como premisa básica recurrir a una frase que dijo el técnico Adolfo Pedernera en su momento: “Si quieren cuidar al jugador de fútbol, cuiden a la persona que hay detrás de él”. Estoy convencido de que, si uno se ocupa de las personas, eso tiene consecuencias en sus rendimientos profesionales. No podemos tratarlas como si fueran una cosa desdoblada. Son, a la vez, jugadores y seres humanos.
-Pero muchas veces se dice que no es valioso incorporar el recurso de la psicología al fútbol, que el jugador no precisa eso para jugar bien. ¿Por qué pasa?
-Se suele creer, y decir, que nosotros nos ocupamos de problemas, de gente enferma o de cosas por el estilo. Es un prejuicio que viene porque se piensa en la psicología clínica. Y no es así. Yo hago una aplicación primaria de la psicología del deporte. Esto quiere decir preparar a los futbolistas para determinadas cosas que puedan pasar y no esperar a que pasen para empezar a trabajar. El concepto lo acuñó Gerard Caplan, un especialista en psiquatría muy reconocido internacionalmente. Generalmente, se piensa al revés y se utiliza la prevención secundaria, que es llamar al psicólogo una vez que ocurrió algo. Creo que, quizás, muchos de los problemas que hubo en el fútbol se habrían podido evitar si hubiera habido un psicólogo trabajando para anticipar la situación.
-¿Cuáles son los objetivos concretos de tu trabajo dentro del cuerpo técnico?
-Yo tengo que tratar de lograr que todos rindan al máximo todo el tiempo, algo que es difícil. Es común que, por ejemplo, si un equipo va ganando, un jugador tire un caño. Y uno ahí no recalca la actitud de ese jugador. En cambio, sí destaca la actitud si tira un caño cuando va perdiendo. Y ese es el desafío: seguir manteniendo la actitud aunque el resultado sea negativo. Porque en las buenas, como se dice habitualmente, estamos todos. Y lo importante es ver si en las malas podemos estar todos.
-¿O sea que lo tuyo hace especial hincapié en lo anímico?
-Exacto. Lo importante es lograr que el jugador se sienta ganador sin haber ganado. Es sencillo ser ganador por los hechos, cuando ganaste dos, tres o cuatro partidos. Lo difícil es mantener la actitud ganadora cuando los resultados no son tan positivos. Por supuesto que el equipo puede cometer errores en la cancha pero eso es sólo una parte. Yo creo en las teorías que explican que el todo es más que la suma de las partes y ahí se ve la importancia de la comunicación entre los integrantes del grupo. Todo grupo puede crecer o no y yo apuesto a que el grupo crezca porque eso implica que hay un objetivo y que se puede pensar más allá de los resultados.
-Quizás, muchos hinchas no se hacen una idea clara de cómo es tu rutina de trabajo. ¿En qué consiste?
-Yo estoy con el cuerpo técnico y comparto las mismas rutinas: concentro, vengo todos los días, voy a los partidos. Y trabajo tanto a nivel individual como a nivel grupal. En lo estrictamente individual, hay una gran diferencia con el psicoterapeuta de consultorio: no espero que los jugadores me vengan a ver sino que los abordo yo. Porque eso es la prevención primaria. Yo no quiero esperar a que tengan un problema para que me vengan a ver. Si ocurre, también lo charlamos. Pero la idea es anticiparse.
-¿Y cómo conseguís que los jugadores sean receptivos a tu ayuda?
-Creo que uno para operar bien tiene que hacer un buen diagnóstico. Me considero alguien que trata de escuchar mucho y de observar mucho. No me gusta ocupar lugares que no me corresponden y sí me gusta ganarme los lugares. Porque uno trabaja con la intimidad de seres humanos a los que no conoce al principio. Y por eso estoy convencido de que la presencia cotidiana juega un papel fundamental. Después depende de mí poder establecer una relación. Pero lo clave para la receptividad es la confianza en el vínculo.
-¿En particular, cómo se va dando ese proceso en este Racing que se va formando de a poco?
-Con este técnico hay una idea clara de juego y eso no es algo menor. Justo conversábamos hace poco con algunos jugadores que esto es como cuando vas a dar un examen: si vos sabés, podés estar nervioso por la situación pero te apoyás en lo que sabés; el problema es si no sabés. Nosotros, entonces, nos apoyamos mucho en la idea de juego para ganar confianza porque tenemos claro que apuntamos a la meta a través de un modo particular, de una manera específica de jugar. Mi función es intentar colaborar desde lo psicológico a crear un clima emocional que ayude a todo esto. Y en eso estamos.
-Míchel, el histórico jugador del Real Madrid, cuenta en el libro “Palabra de entrenador”, del periodista español Orfeo Suárez, que recurrió a un psicólogo para trabajar algunos aspectos de su función de entrenador, pero en especial su relación con la exposiciones públicas. ¿Puede colaborar la psicología en ese desarrollo?
-Pienso que sí, aunque creo que lo fundamental es que se entienda que los jugadores de fútbol van a estar expuestos por las condiciones en las que se da hoy la profesión. Lo clave es incorporar estas cosas porque forman parte del contexto en el que se va a mover. Después, hay hombres que se sienten más presionados que otros frente a la misma realidad. Y esa realidad que la persona genera, que es subjetiva, es sobre lo que nosotros trabajamos para que pueda convivir con lo que le pasa. Yo tengo la postura de escuchar mucho al jugador, siempre que tenga ganas, y de darle pocos consejos. Porque a los jugadores, en general, se les dice todo lo que tienen que hacer pero se los escucha poco.
-Desde tu lugar profesional, ¿cómo observás la relación que se da en el fútbol entre el éxito y el fracaso?
-Creo que lo primero es entender cómo funciona el sistema. Nosotros vivimos en una sociedad que es resultadista, que no le da lo mismo ganar que perder. Pero el tema es no dejarse llevar por un nivel de tragedia grande. Yo apuesto a los procesos, que empiezan, que trascurren y que terminan. Y en el transcurrir está la clave porque es donde se logra un equilibrio a nivel individual y a nivel grupal. La salud no significa no enfermarse nunca sino tener los recursos para poder recuperarse pronto. Acá pasa algo parecido.
-Lo del fracaso es un tema que está muy en boga hoy en un fútbol que tienda a dramatizar las derrotas. Pensadores de la talla de Jean Piaget y entrenadores de la categoría de Marcelo Bielsa expresaron, de diversas maneras, que el fracaso es la mejor ocasión para aprender. ¿Se puede aplicar eso al trabajo con un plantel?
-Sí, porque es así. Yo creo que el fracaso es necesario cuando vos realmente querés ser exitoso. Si se pierde un partido, hay que sacar elementos sobre por qué se perdió, sobre qué se hizo mal. Y lo que agrego es que, cuando se gana, también hay que sacar conclusiones de lo que hiciste. Hay alguien que dijo “fracasé tanto que al fin triunfé”. Uno debe tener en claro lo que quiere como persona o como equipo por fuera de los resultados. Lógicamente que los resultados importan pero la vida no puede depender de eso.
-Pero hay muchos que no piensan así. ¿Cómo se puede argumentar que es preciso entender los malos resultados como parte de la vida?
-Hay que humanizar este sistema para que no se trate esto solamente de ganar y de perder. Los psicólogos tenemos que escuchar al jugador y es importante sostener que no podemos matematizar los sentimientos. Las emociones son ilógicas y eso hay que tenerlo muy en cuenta. Pero se pueden entrenar esos aspectos. Pienso que lo mental es una dimensión sobre la que se puede y se tiene que trabajar para no caer en la exaltación cuando se gana y en la desesperación cuando se pierde.
Fuente: www.racingclub.com.ar
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