Racing Club El Primer Grande

El hombre que come fútbol

Obsesivo y detallista, el chileno llegó a la Academia de Coudet para ser campeón; asegura que la muerte de su hermano le dio la fuerza para ser quien es.

Lee está gran entrevista al Chelo Díaz de los colegas de Enganche.
Lee está gran entrevista al Chelo Díaz de los colegas de Enganche.

Mientras el micro avanzaba por las calles de Londres, él no podía dejar de pensar en aquel día que había pasado hacía ya bastante, cuando después de cuatro años jugando como lateral recién empezaba a tener la chance de hacerlo de volante central. La Serena, su equipo de ese entonces, viajaba rumbo al desierto de Atacama para enfrentar a Cobresal. Aquella tarde de 2010, Marcelo Díaz jugó en una cancha en la que no había más de cien personas. Un par de años más tarde, en ese micro que casi llegaba a su destino, agarró el celular y llamó a un amigo para recordar ese momento. “Pensar que hace poco estaba jugando ahí y ahora estoy yendo a Stanford Bridge para jugar contra el Chelsea, por la Champions”, le dijo a quien lo escuchaba del otro lado. Horas más tarde, Basilea le ganaba 2-1 al Chelsea de Mourinho y él demostraba que su relación con la pelota era más importante que cualquier otra cosa dentro de una cancha de fútbol. Sea en Chile, Inglaterra o donde quiera que rodara.

Es que para el chileno que hoy deslumbra en Racing, el fútbol es una manera de vivir. Por eso está veinticuatro por siete dedicado a mejorar. Es un perfeccionista. Mira partidos de todo el mundo porque sabe que ver a otros y mirarse a sí mismo jugar lo hizo llegar hasta donde llegó. Tanto en la Selección chilena, como en los muchos equipos en los que jugó. Por eso, en esta charla con Enganche, días después de ganar el título con el Racing de Chacho Coudet, se sienta al lado de la estatua de Carlos Gardel que está en la platea del Cilindro para hablar del amor de su vida: la pelota.

-¿Cuál es la sensación cuando se cumple con el objetivo?

-Normalmente, cuando uno logra lo que se propone, como lo hicimos nosotros, viene un relajo total porque la presión que sentías en su momento ya no está y te bajan las defensas. Pero nosotros ya estamos pensando en la Copa de la Superliga.

-En una nota que te hicieron en España dijiste tu mejor comida es la pelota…

-Es verdad. Lo siento así. Me tocó jugar en países como Alemania y Suiza, donde la envergadura de los rivales era mayor que la mía y la única defensa que podía tener era la pelota, así lo hacía. Así lo siento.

-¿Siempre tuviste la misma relación con la pelota?

-Sí. No recuerdo ningún día que no haya tocado una pelota. Que no la haya tratado con cariño. El primer regalo que te dan tus viejos cuando eres pequeño es una pelota de fútbol y unos botines. Así que se conserva para toda la vida.

-¿Que recuerdos tenés de tu infancia?

-En Santiago, siempre fui de ahí. Criado en una familia humilde, con mis viejos que siempre trabajaban para que nosotros estuviéramos bien. Nunca me faltó nada y siempre tuve pelotas para patear, que era con lo que uno era feliz.

-¿Quién querías ser? 

-Sólo sabía que quería ser futbolista. Y el sueño se me hizo realidad cumpliendo muchas más metas que algún día pensé.

-¿Siempre quiste jugar de volante central?

-En el barrio siempre fui volante. También lo hice de defensor y de delantero, porque cuando uno es chico lo único que quiere es jugar. Después, cuando ya se hace más táctico el asunto comencé a jugar de volante y de lateral derecho.

-Sobre eso te quería hablar. En 2010 tuviste que buscar nuevos rumbos porque en la U de Chile no jugabas. ¿Cuánto te ayudó que Víctor Hugo Castañeda te pusiera de volante central cuando estabas jugando de lateral?

-Ayudó muchísimo que él me recibiera en La Serena, al cual le estoy muy agradecido. Al igual que Castañeda, con el cual hoy tengo relación, porque me puso en mi posición. Cuando llegué al club Víctor Hugo me dijo: “Acá vas a jugar de todo menos de lateral derecho”. Y lo cumplió. Hice un buen torneo. Jugué 13 partidos, hice 5 goles y eso sirvió que al vencer el préstamo volviera a la U.

-¿Pensaste en dejar en algún momento?

-Sí, sobre todo porque en esta profesión pasan muchas cosas que hacen que sea muy duro. Uno que está afuera no lo vive en el interior: muchos egos, muchas palabrotas, de repente te llevas mal con algún compañero, o el técnico no te quiere. Yo viví muchas de esas situaciones y por eso pensé en dejarlo, pero no porque no me gustase la pelota. No me sentía cómodo en un club.

-¿Te costó en tu ego personal saber que en los primeros pasos en Primera no ibas a jugar en tu posición?

-Pasa que en ese momento los volantes que estaban eran miembros de la Selección chilena. Recuerdo que cuando subí, Manuel Iturra y Marcos Estrada eran los titulares y terminaron siendo vendidos a Europa años más tarde, por lo que tomar la posición de volante era complicada. Lógicamente, los entrenadores no se la iban a jugar por mí. Yo igualmente era feliz jugando de lateral porque lo hacía en la U, en el club de mis amores, y no había nada más lindo que entrar a la cancha vistiendo su camiseta, sin importar el lugar que ocupara.

-¿Empezaste a tomar mañas del puesto?

-Aprendí a jugar. Yo siempre digo que gracias a haber ocupado esa posición pude aprender cosas defensivas y hasta el día de hoy me sirven. Porque desde atrás se ve todo y comienza todo. Me sirvió tener esa experiencia para ver un poco de frente a la cancha y aprender a estar un poco a la defensiva.

-¿La piedra fundacional del Marcelo Díaz que hoy conocemos fue cuando Sampaoli te dio la confianza en el puesto?

-Sí, pero muy pocas personas saben que en el año 2009 él me pidió. Yo me iba a ir a O’Higgins, club con el que ya tenía un contrato prefirmado. Pero la U no me dejó salir porque yo en ese momento jugaba, pero me quería ir porque Sampaoli me quería para jugar de volante y yo en la U lo hacía de lateral. Luego, cuando él arribó en la U me pidió que no me fuera, cuando yo tenía todo listo para irme a Huachipato. “Yo no te aseguro la titularidad, pero conmigo si te la juegas vas a crecer mucho”, me dijo.

-Tuviste que tomar decisiones trascendentales en tu vida futbolistica… 

-Nunca he sido de tomar todas las decisiones correctas. Hay algunas que las tomo por instinto, pero nunca me traiciono. Siempre tomo decisiones considerando lo que quiero y creo en ese momento.

-¿Sos muy pasional a la hora de tomar decisiones? Porque se te ve muy sereno dentro de la cancha.

-Adentro soy muy pasional también, aunque no se note porque tengo que ser cerebral y tener la cabeza fría para estar siempre en partido ayudando a mis compañeros. Pero cuando estoy dentro de la cancha escucho a la hinchada cantar, se me ponen los pelos de punta porque soy persona.

-¿Pensabas que te ibas a acomodar tan rápido al fútbol argentino?

-Cuando me llamó Chacho tenía el prejuicio de no encajar bien, de venir a un lugar donde no iba a ser bien recibido. Pero ese prejuicio se fue a la mierda apenas llegué porque la gente me mostró mucho cariño, mucho respeto, por lo cual estoy muy agradecido. La única forma que puedo retribuirles ese afecto es adentro de la cancha.

-Al margen del fútbol, ¿imaginaste que vivir en este país iba a ser difícil por la rivalidad entre Argentina y Chile?

-Eso no lo pensaba. Sí sabía que venía a un país en el que las cosas no estaban resultando de la mejor forma, pero con la familia tomamos la decisión y nos vinimos. Y no nos arrepentimos, porque la estamos pasando muy bien.

-¿Cuánto te apoyás en tu familia?

-Mucho. Mi mujer es la piedra que sostiene a toda mi familia, es la que está en todo momento, cuando estás mal te anima y cuando estás muy arriba te baja. Ella es el equilibrio, la que se preocupa para que ande todo bien en casa, es el factor fundamental que hay en casa.

En relación a la familia, a su familia, hubo un hecho que marcó para siempre al número 21 de Racing. Un grito de su madre aún retumba en su cabeza. Nada podía ser bueno con semejante alarido. Marcelo salió corriendo hacia el patio trasero de su casa y vio a su hermano sin vida. Una imagen que nunca borrará de su cabeza. “Eso es un dolor que voy a llevar para siempre. Lo tengo bien guardado, pero desde ese dolor saco fuerzas para ser lo que soy hoy en día”, recuerda sentado en la platea de Racing. La vida lo obligó a hacerse cargo de su familia y él no tuvo otra opción que ponerle el hombro a todo. “Tuve que hacerlo porque no me quedó otra. Había que tirar para adelante porque sino nos moríamos todos. Tomé las riendas de mi familia y afortunadamente me salió bien”, detalla.

-¿En qué aspecto del juego evolucionaste más?

-En la visión del juego, en la construcción del mismo, en tratar de siempre desarrollar la jugada antes de tiempo. Para lograr eso me ayudó mucho ver tantos partidos, porque yo soy una persona que ve fútbol de lunes a lunes y muchas veces en mi casa me regañan porque estoy siempre viendo fútbol. El tema es que no me puedo desconectar nunca porque es mi trabajo, mi pasión y lo que más llevo en el corazón.

-¿El hecho de mirar fútbol te permitió acortar procesos de aprendizaje en tu llegada al fútbol argentino?

-Claro. Miro fútbol argentino para conocer a los jugadores, para saber a quién te enfrentas. Internacionalmente los miro porque siempre fui un aficionado y me gustan las estructuras de juego, me gustan los sistemas tácticos y puedo sacar conclusiones que me pueden llegar a servir.

-¿Te pensás ligado al fútbol más allá del Marcelo jugador?

-Sí, a veces estoy mirando un partido en la casa y ya me veo como entrenador. Pero sé que para eso falta mucho. Y yo voy a intentar estirar mi carrera lo más que pueda.

-¿Cuánto de este Marcelo, a nivel confianza, se debe a lo que ganaste con la Selección chilena?

-Mucho, porque esos logros con la Selección te dan prestigio internacional y eso es lo que más se valora. Yo lo atesoro demasiado porque fueron momentos hermosos y que me hacen ser la persona que soy hoy en día. Me hacen tener un nombre.

-¿Cómo se convive en un vestuario con tanto nombre propio?

-Hay muy buenos jugadores. Con mucha experiencia. Hay ídolos, como Lisandro [López], y hemos encajado porque somos un grupo muy bueno. Acá nadie es más que nadie. Y eso se ve reflejado en los partidos, en los entrenamientos y en los partidos todo sale mejor. No por nada somos campeones. Porque nunca tuvimos un problema dentro del camarín y eso tiene que ver.

¿Es tan grande el plus que te aporta la buena convivencia dentro de un plantel?

-Claro que sí. Siempre he dicho que los camarines ganan campeonatos, y esta ha sido una de esas ocasiones donde el grupo se ha hecho muy fuerte, independientemente de lo que pueda suceder. No importa si ganábamos o no, nunca tuvimos un problema dentro del camarín, siempre hubo buena comunicación, alegría, nos hacemos bromas…

-Me dijeron que sos uno de los más jodones dentro del plantel…

-Trato de serlo. Pero algunos me cargan porque me dicen que los chistes no se me entienden. Pero me gusta darle alegría al grupo. Que siempre estemos bien. Siempre fui de los jugadores a los que les gusta armar grupo, para que no hubiera chismes de ningún lado, y me considero un buen elemento dentro de eso que te estoy mencionando.

-¿Entonces, contrario a lo que generalmente le ocurre a los jugadores más veteranos, ¿te gustan las concentraciones?

-Yo disfruto todo como si tuviera 15 años. Me siento en plenitud y eso se transmite en la cancha, en los entrenamientos. Vengo acá con mucha emoción y eso es parte fundamental de lo que puede llegar a tener uno.

-¿Cómo sos como líder? 

-Positivo. Tengo en claro que la vida puede ser mejor o peor, y el fútbol no es la excepción porque es una parte de la vida. Acá hay muchos muchachos jóvenes que tienen un gran talento y que si se van por un camino correcto pueden conseguir un montón de cosas importantes en el fútbol. Y ahí tenemos que estar nosotros, los más grandes para dar una palabra de apoyo, o lo que sea necesaria. Yo disfruto que a mis compañeros les vaya bien, disfruto de sus éxitos, nunca me he considerado un tipo egoísta en ese sentido, y si juega alguien en mi lugar lo aceptaré y le daré para adelante, como corresponde.

-¿Cómo se le aconseja a un futbolista joven que acaba de salir campeón para que no pierda el rumbo?

-Se los dije a los más chicos cuando salimos campeones en cancha de Tigre. Les dije que ellos eran los que tenían que aprender de esta experiencia y que les sirviera para un futuro. Que siguieran siendo los pibes que son, pero que fueran adquiriendo la experiencia que te da ser campeón, porque no todos los años vas a poder serlo. No siempre te van a tocar las buenas, al contrario, y las malas son las que más se recuerda.

-¿Cuán importante es la inteligencia en un jugador?

-Demasiado. Los jóvenes te ganan partidos y los grandes, con su inteligencia conseguida a través de la experiencia, te ganan campeonatos. Teniendo tantos jugadores inteligentes en el plantel hicimos que este Racing funcionara.

-¿Cómo es Chacho como entrenador?

Es muy importante para nosotros. El armó su equipo y le resultó bastante bien. Es muy trabajador, directo, sincero, no te anda con cosas por la espalda y eso el plantel lo valora mucho. Es un entrenador que toma las decisiones y que no te hace muy parte de ellas. Él las toma y los futbolistas la tienen que aceptar. Tal como era como jugador, lo es como entrenador. Igualmente, si alguno de nosotros quiere dar su opinión él no te la va a negar porque es muy abierto y siempre nos dice que tenemos que tener buena comunicación.

-Se me hace imposible no preguntarte por el liderazgo de Lisandro…

-Es un crack. Es todo para Racing. Es un líder emocional. Es sincero, directo, innato, adentro de la cancha se refleja que juega con la intensidad de un niño de 15 años. Con los pies siempre en la tierra y una actitud positiva que hace que nunca tenga una palabra mala para con un compañero. Es un excelente capitán que tuvimos la suerte de aprovechar durante todo el torneo, todos los días.

-¿Qué genera que un tipo como Lisandro se ponga a llorar en el medio del partido con Tigre sabiendo que iba a ser campeón? 

-Es una muestra de la pasión con la que vive a Racing y al fútbol. Los abuelitos se ponen a llorar afuera, mirá si nosotros, sobre todo Licha, no se va a poder emocionar luego del sufrimiento de un año entero peleando por ser campeón por primera vez con Racing.

-¿Lo sufrís al fútbol?

-Ya no. El último sufrimiento fue cuando tuve un error en la Selección. Desde ahí me dije puedo perder o ganar, pero va a tener el mismo saber la victoria que el triunfo.

-¿Sos de recriminarte mucho?

-Sí, me gusta ver los partidos que juego y si no llevé la pelota para el lado que indicaba la jugada o me equivoco en el pase, me recrimino y trato de corregir eso para el siguiente entrenamiento. Soy un poco obsesivo. No loco, pero sí obsesivo.

-Sampaoli después de la final de la Copa América que le ganaron a Chile dijo que la noche posterior a la final se quedó mirando el partido un par de veces para ver los errores del equipo. Algo de esa locura te quedó… 

-Yo también he visto el partido con la celebración como tres o cuatro veces. O sea, me queda el logro más importante que voy a tener en mi carrera porque fue un triunfo que no es menor. Por eso se lo agradecemos a los jugadores y al técnico que estaba en su momento.

-En Europa se habla mucho del portento físico pero en el último tiempo parece que hay una ‘revolución de los bajitos’. ¿Por qué creés que pasa?

-Porque si tienes una idea clara en la cabeza puedes jugar en cualquier cancha. Lógicamente tienes que coincidir con entrenadores que manifiesten tu misma idea y puedas ser útil. Por suerte, yo donde fui jugué y eso me da una gran tranquilidad.

-Si tuvieras que elegir un partido para volver a jugar, ¿cuál elegirías?

-Ufff, elegiría muchos. Pero tal vez me quedo con la final que perdí en 2006 contra Colo Colo, jugando con la U. Ese me gustaría cambiarlo. Perdimos por penales. Y otro que cambiaría sería la final de la Copa Confederaciones que era un título muy importante para nosotros (Chile 0 – Alemania 1 en 2017).

-¿Cuánto más de Marcelo hay?

-Yo me proyecto a jugar cinco o seis años más, hasta donde las piernas me acompañen. Física y mentalmente estoy bien y espero continuar así.

-Contra Defensa el estadio de Racing explotaba de gente. Jugaste un montón de finales. Fuiste campeón. ¿Volverías a jugar un partido con cien personas, si las piernas te dan para eso?

-Yo lo haría sin problema. Nunca me he olvidado de donde salí, y de donde salí nunca jugaba con más de veinte personas. Eso es lo bueno que he tenido, no olvidar las raíces, por más éxitos que haya tenido. Y estar jugando en estos momentos con tanta gente no me impide volver a mis comienzos si mi estado me hace volver a jugar para veinte personas. Mi pasión por el fútbol no se mide en la cantidad de hinchas para los que juego.

-¿Entendías la pasión por Racing antes de llegar? 

-No. Me lo habían comentado, pero una cosa es que te lo cuenten y otra es vivirla. Hasta antes de llegar acá mi única pasión era la U de Chile. Ahora Racing se ha transformado en otra pasión.

-Si tuvieras que elegir una manera con la que te recuerden, ¿cuál elegirías?

-Como una buena persona. No me importa que me recuerden por los títulos que gané, ni por el dinero, sólo quiero que me recuerden por la buena persona que intenté ser siempre.

Por Javier Lanza para Enganche.
Racing Club – El Primer Grande
www.elprimergrande.com

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