Racing Club El Primer Grande

Tercero novena

Aprovechando el párate del Campeón te cuento como me acompañó La Academia en algunos momentos de mi vida…

¡Gooooooooool! ¡Goooooooooooool! Grité descontrolado en mi habitación mientras observaba a Omar Catalán correr con los brazos en alto casi con mi misma locura, después de que su zurdazo se escabullera caprichosamente por entre las piernas de Wellington, arquero del Cruzeiro. ¡Shhhhhhhh! ¡Pará que falta un montón! Me dijo mi abuelo mientras me agarraba del pantalón cortando mi corrida. Claro, sabía que los brasileros se iban a venir con todo en el segundo tiempo, tratando de conseguir lo imposible, que mi amada Academia se quede con la primera edición de la Supercopa.

La habitación a oscuras, tensa calma, 18 de junio, días antes cumplía quince años y esperaba ansioso una revancha en tierras brasileras, luego de la victoria en Avellaneda, en una competencia inolvidable.

Semana convulsionada en el “Manuel Dorrego” de Morón, 3° 9° vivía el fútbol de forma apasionada. De Racing dos: Leandro y yo. Del rojo 1: Juan Manuel, que rápidamente se hizo de River, ¡y después Académico! Así que en realidad no se donde ubicarlo, pero el resto se sumaba en masivo apoyo al equipo de Belo Horizonte.

Teníamos una hora de espera y más, hasta el comienzo de educación física y la escuela nos proveía de una canchita hermosa , a un costado del gimnasio, para armar un “picado” y anticipar el duelo. Era tan numerosa la cantidad de alumnos que asistían a la institución, que había hasta hinchada en la parecita lateral, para observar grandes partidos que dejaron recuerdos inolvidables.

Estaba por comenzar el complemento y como era costumbre (Y cábala) con el nono, le pusimos “mute” a canal nueve y subimos al máximo la radio para escuchar a Víctor Hugo.

Bien La Academia aguantando, pero el rival insiste. Yo confiado, un poco por la impronta adolescente, pero en gran medida por el equipo y por la figura del “Coco” en el banco. Costa y Fabbri: gran dupla central. Ludueña, Paz, Colombatti: creación, visión, manejo. Walter Fernández: “wing izquierdo”, ya no existen jugadores con esas características ¿Cuánto perdió el fútbol con la ausencia de esta posición?, el “mencho”, el “toti”, “Camote” y tantos otros. Pero por supuesto el “Pato” en el arco. He visto grandes arqueros pasar por Racing, pero como Fillol ninguno.

Ese hombre desafiaba la física en forma constante, fue el creador del 4D en vivo y en directo sin necesidad de usar eso anteojos ridículos. Apareció una y mil veces cuando el gol rival parecía consumado y, sin embargo, la manga de ese hermoso buzo verde se interponía entre la pelota y la red.

Y ese día no fue la excepción, porque faltando muy poco, nueve minutos para ser mas exactos, Robson, que nos tuvo de hijo toda la serie, convirtió el empate. El estadio revivió y la “torcida” se escuchaba como si estuviera en la pieza de al lado. Victor Hugo pedía tranquilidad a través de la “Spica” de Francisco, pero Cruzeiro era un vendaval y se venía por todos lados. Pero claro, estaba él, el “Uno”, para dar seguridad y tapar en la última jugada lo que hubiera sido quizás un final diferente.

El uruguayo Cardellino pitó el final, la felicidad se apoderó de mí de una forma desconocida por entonces, mi abuelo ya no me pidió silencio, sino que se sumó al festejo. Castelar sur se transformó por un buen rato en filial de la alegría blanquiceleste.

La vuelta al aula ya no fue la misma, ya no sólo ponderar a nuestra hinchada en las acaloradas discusiones futboleras, ahora tenía vivencias propias. Ese equipo dejó una marca indeleble en mi corazón.

Por Ariel Gutierrez.

 

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