Soy Cabulero

Relato sobre las cabalas en el Cilindro. Linda historia de Ariel Gutierrez.

Durante toda mi vida siempre mantuve mis cábalas muy presentes, mi vieja dice “en algo hay que creer”, y como soy ateo, vuelco las expectativas que el azar me pueda tener preparado en diferentes creencias momentáneas. Mientras jugué al fútbol, recuerdo que, al entrar al campo de juego, mi posición en la fila debía ser “tercero”, tenía que usar siempre el mismo elástico para atarme el pelo largo adolescente y tener marcadas las vendas, de forma tal de usar cada una siempre en la misma pierna.

De chiquito mi abuelo me ubicaba siempre en un determinado escalón del mismo sector de la cancha, por eso íbamos tan temprano creo yo, aunque el me decía que era para ver al cinco de la reserva. He presenciado más de una acalorada discusión, con excusas inventadas para que otro hincha se corriese si “mí” espacio estaba siendo ocupado, después de esta ceremonia él debía pararse inequívocamente a mi izquierda.

Hoy, de grande, con el pitazo inicial con el que el juez da comienzo al partido, mi misión es aplaudir tres veces, gritar “vamos Academia carajo” y besar nuevamente tres veces (indudablemente el número es recurrente, pero es tema de otra historia) el escudo de la remera que lleve ese día, no dejemos pasar que si en algún momento me cruzo de brazos, el izquierdo va por “arriba” y el derecho por “abajo”.

Creo que con este relato se podría confirmar que soy un poco “cabulero” si me permiten el término.

En el 2014 Racing quedó eliminado de la Copa Argentina a manos de Argentinos Juniors, luego de la implosión en el vestuario nos coronamos campeones en una remontada fabulosa.

El año pasado después de un partido horroroso por la misma competición que terminó con derrota frente a Sarmiento de Resistencia y sumado a la eliminación con River por Copa Libertadores volvimos a pegar la vuelta olímpica.

Por lo tanto, además de la bronca por un nuevo fracaso en esta copa, ya estoy disfrutando lo que viene…

Por Ariel Gutierrez

Racing Club – El Primer Grande
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