Racing Club El Primer Grande

Ser un Equipo es ser Campeón

Compartimos la nota de Sergio Wolf, donde habla del campeonato ganado en un relato imperdible.

Milito fué la gran estrella del Racing Campeón 2014.

Hay que tener agua en las venas para no llorar viendo el Coliseo vestido con los colores de la patria, haciendo crujir todo al grito de “Racing ya salió campeón”. Nadie quiso ahorrar un hilo de voz cuando las gargantas empujaban a esos gladiadores para que sigan yendo, viendo ese primer tiempo donde quemaron todas las (malas) presunciones porque no sólo la pelota no les quemó sino que pusieron, salieron concentrados como en todos los últimos partidos, y jugaron y tuvieron varias volviendo figura a Moyano (justo ese apellido, tan de vecino amargo).

Hay que ser ciego para no ver que Cocca logró lo que tanto añoramos: un Equipo. Hay que ser tonto para no advertir el pilar de la seguridad que dio (otra vez, y van…) el Súper Chino Saja. Hay que saber poco para no celebrar esas trepadas con gambeta de un Pillud devenido Cafú. Para no darse cuenta de que los dos impecables centrales formaron nuestra mejor dupla en quince años. Para no conmoverse con la vida es una Videla, trayéndola de atrás, jugándola siempre redonda y peleando todas, arrullado con manos que se rompían aplaudiendo, y con la explosión de ese motor llamado Bou, el de los goles increíbles, cada vez más completo como jugador y que mereció coronarse goleador del torneo. Hay que descreer en Dios cuando anulan mal el golazo del Demonio que hubiera anticipado las bengalas y mandado al mismísimo olvido el sufrimiento tic-tac de esos últimos veinte tan eternos que parecían planificados por los de la otra cuadra. Hay que tener a Racing tatuado en el corazón para saber la clase de sufrimiento que se siente al ver esa pelota en cámara lenta, sufriendo que no terminaba de aterrizar nunca, globito del cielo, livianita como una pluma interminable, después de que Ricky pagara, de una vez y para siempre, las que no le salieron. Y el Príncipe, teniendo a mano el interruptor para encender siempre la luz, para iluminar los claros y alumbrar el camino a todos (a los que están adentro y a los que estábamos afuera). Ya sé que siempre puede pasar cualquier cosa, y los de Racing estamos curados en vida, habituados a diluvios que llegaban cuando estaba anunciado sol pleno. Pero siempre estuvimos en la mala, las buenas ya van a venir, y en esta última mitad sabíamos que podían venir. Y no es que sepa mucho de astrología aunque los astros se habrán alineado, pero antes del partido ya se sentía que no podíamos no salir campeones, porque el Equipo (al fin podemos escribirlo sin la menor exageración) ya había tenido sus pruebas de carácter y las había aprobado. Como “somos Racing”, es lógico que salgamos campeones cuando no lo esperábamos, al revés que tantas otras veces ilusas. Ahora, a disfrutar esto y ver cómo se abre otra era, y la Copa, y la chance de seguir mejorando el juego… Por más felicidad.

Fuente: Olé (SERGIO WOLF)

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