El presente de El Primer Grande invita a la reflexión. Entre dirigentes, jugadores, entrenador e hinchas, cada uno ve una cosa distinta. ¿Por qué está pasando esto?
En pleno auge de las películas de superhéroes y la creación de sus mundos, hay un club en Avellaneda que es digno de Marvel. Muestra héroes y enemigos a cada rato, modifica realidades y cada uno declara cosas distintas de un mismo tema. ¿Qué está pasando?
En Racing Club nadie es bueno y nadie es malo, pero hay que reconocer que las realidades que están contando son muy inverosímiles y hasta opuestas entre sí.
Con simplemente pararse en la vereda de uno de los interesados, bastará para analizar que hay otros que ven otra cosa. Dirigentes, Pizzi, Jugadores y hasta los hinchas creen una cosa que en realidad no es.
Y así está Racing, inmerso en ese multiuniverso donde no importa quién sea el enemigo sino quien va a salir perdiendo: El club en cuestión.
Hace un tiempo que se denota cierta deriva. No por nada Diego Alberto se bajó del barco con frases como “No comparto la forma de manejar el club”. Pero lo cierto es que en la cúpula dirigencial hay un mundo donde todos tienen razón, son los mejores a la hora de elegir entrenador y también de sacarlo.
Porque no tuvieron escrúpulos en meterse en un vestuario previo a Boca por Copa Libertadores, no titubearon en ir a “charlar” con el DT de turno sabiendo que primero había un Secretario Técnico.
Y no conformes con esto, a algunos se le ocurrió, vaya a saber por qué (o sí), traer a Juan Antonio Pizzi y Capria como mánager.
En este mundo de dirigentes, donde ingresar a la cancha con familiares está permitido bajo el rótulo de “allegados”, tardaron 3 partidos en darse cuenta que “había que poner otro entrenador” pero el tema pasaba por saber cómo sacar al reciente DT elegido.
El multiuniverso de Blanco lo tenía más preocupado por la vacuna anticovid que por entender qué estaba pasando. Entonces algunos dirigentes tomaron la gran idea de “gastar” al entrenador para que renuncie. Inventar reuniones, proponer apellidos, afirmar que ya está otro entrenador arreglado y así múltiples peripecias para satisfacer las necesidades dirigenciales.
Ni siquiera estuvo el presidente en la presentación del entrenador, y los silencios de Blanco, aún retumban en aquellos que conocen los rincones de Avellaneda.
Entonces, se puede llegar a la conclusión que a los dirigentes, en su mambo, permiten este maltrato al entrenador, van a la cancha cuando y con quienes quieres, le pueden gritar al entrenador “Copetti es 9, viejo” pero no puede gritar “me equivoqué en como estoy manejando el club”.
Así está este universo académico. Creído que todos los males son de los entrenadores y los jugadores. Que está bien que se vaya Milito y demás “porque Diego quería ser presidente”.
El entrenador llegó en enero de 2020, en medio de la pandemia, diciendo: “Para mí es un gran orgullo y un gran privilegio empezar a formar parte de este club, de este proyecto”.
Pero desde ese día hasta hoy, pasaron 18 partidos, 5 empates y 5 derrotas. Se convirtieron 20 goles y se recibieron 22.
La deuda mayor fue en el juego, en la actitud y en los planteos de los equipos. En el mundo Pizzi, defender con 6 hombres estaba muy bien, jugar sin delanteros estaba permitido.
Pero dentro de todo, el entrenador trabaja para revertir la situación. Supo mantenerse al costado y sin meterse cuando su mundo se cruzaba con el de los dirigentes. Porque mientras los dirigentes se encargaban de contar que iba a renunciar, el DT se encargaba de seguir probando a Kevin Gutiérrez o Julián López de 5 en el verde césped.
Porque en la realidad de Juan Antonio, no lo dejan trabajar tranquilo. «Vivimos un proceso que se está cuestionando el trabajo en tres meses y medio. Al margen del aval que te dan los resultados que pudimos obtener hasta ahora, nosotros creemos que hubo una campaña descarada hacia nuestro trabajo, irrespetuosa, que hemos sabido llevar con hidalguía y respeto».
Eso lo tiene claro el entrenador, aunque en este multiuniverso, casi nadie considere lo que el entrenador dice. Mientras tanto vive, cada partido, con el disquito de “si pierde se va” instalado sin parar. Y ahora agregando nombres “confirmados” para su reemplazo.
Sin Lisandro López metido en el vestuario, la realidad de ese camarín cambió para siempre. Se fue el referente, el Secretario Técnico y hasta Sebastián Beccacece.
Acá el mundo de ellos se empezó a caer a pedazos. A la deriva en lo deportivo, con resultados dispares y actuaciones, muchas veces, deplorables.
Ya sin la voz que los defendían, los jugadores crearon el universo de estar solos “contra todos”. Porque no se meten con los dirigentes, no defienden al entrenador en el campo ni nada por el estilo. Son capaces de arrastrase en Santiago del Estero frente a Central Córdoba y en 72 horas jugar muy distinto frente al poderoso San Pablo.
Esa inestabilidad emocional los lleva a jugar partidos buenos y partidos malos casi al mismo nivel.
Después de Colón, un gran triunfo por cierto, Sigali tomó la lanza de ese universo: “Lo más sano que tiene este club es el grupo de jugadores que nunca se va a dar por vencido. Lo mejor que tiene este club es el grupo humano, de jugadores, cuerpo técnico, médicos, utileros. Hace muchos años que estoy en el club y lo que se dice desde afuera lo dejamos afuera.”
En esta pata de la cuestión, la clave es el nivel de los jugadores. Pero también la inestabilidad manifiesta entre partido y partido. Más allá de la idea del entrenador, la falta de rebeldía del equipo es notoria. El pobre nivel de algunos es alarmante. Además hay partidos en que se juega muy mal (ejemplo Central Córdoba) y Schelotto declara “Fue un partido peleado. Por momentos tratamos de manejar el partido. Ellos sólo apostaron a la segunda pelota” cuando lo que pasa es otra cosa.
Los jugadores están en su mundo, definitivamente. En ese en el que ganan y pierden con cualquiera pero unidos. No defienden un DT y menos a los dirigentes que les gritan desde la platea.
En una soledad que llama la atención.
Y el fanático de Racing es como aquel que desea empezar a ver TODAS las películas de Marvel juntas. ¿Por dónde empezar? ¿En qué orden? ¿Quién es el malo? Se había acomodado en la butaca a ver una película con final feliz, campeonatos en los últimos años, personajes adorables como Saja, Milito, Lisandro, Pillud superando adversidades.
Pero ahora no entiende qué pasó, a quién creerle ni cómo se puede resolver. Sólo quiere que no se lastime más al escudo. Que cada mundo se acomode por un fin. Que no se joda más con Racing.
Un hincha que le duele ver los desmanejos de esta dirigencia, que está re caliente por los planteos del DT y que quiere que los jugadores dejen todo por los colores.
Como era hasta hace poco.
¿Tan difícil es volver a eso?
En ese lugar está el hincha de Racing. En una película de terror, con tintes de suspenso, de romance, de alegría, dolor, bronca y odio.
Racing y sus multiuniversos. Nada más ni nada menos.
Por Federico Dotti
Racing Club – El Primer Grande
www.elprimergrande.com
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