Racing Club El Primer Grande

«Puedo ser un líder positivo»

Con un perfil muy bajo, Lisandro se prepara para asumir el rol que dejará Diego Milito.

Lisandro seguirá en La Academia, el club que lo vió nacer.

 Y es muy crudo: “Este semestre fue un fracaso, no es tan terrible esa palabra”.

De a ratos juega con el teléfono celular que graba la charla. Lo toma, lo impulsa sobre la mesa con una fuerza justa que impide que se caiga de la misma. Lo mira desafiante, se lo acerca a la boca, alza la voz para bromear o darle más vigor a un concepto. Habla con palabras y habla mucho, muchísimo, con los gestos. Sonríe cuando sospecha que alguna frase puede ser usada como título, pone cara de fastidio si la consulta lo incomoda, entrega una mirada cómplice o pícara. Durante la nota aparecerá la frescura del Lisandro López de los 21 años antes de mudarse a Europa, y también el experimentado jugador que ya no calla lo que antes sí se guardaba. Frente a Olé está Licha, un símbolo de Racing al que no le gusta que se lo compare con Diego Milito, aunque acepta que, a su modo, asumirá el liderazgo del plantel cuando el Príncipe se retire.

Primero, lo primero.

– ¿Ya digeriste el adiós a la Copa Libertadores?

– No, me dura la bronca. Hicimos las cosas bien en los 180 minutos, perdimos por esos detalles de los que siempre se habla…

– ¿Cuáles?

– No hicimos los goles en los momentos justos, fallamos en acciones puntuales, una pelota parada en el gol de Mineiro (por intermedio de Pratto)… Nos quedamos sin nada, con sensación de vacío. Habrá que hacer la autocrítica y mirar para adelante.

– ¿Creés que había plantel para cuánto más?

– Había material… No voy a ser hipócrita y cambiar el discurso que hice cuando llegué: había suficiente plantel para pelear los dos torneos. Pero no se llegó.

– Tras el partido en Brasil, dijiste que después de una derrota nunca podés quedarte tranquilo pese al gran esfuerzo realizado. ¿Siempre sentiste eso o lo incorporaste de grande?

– Siempre pensé así. Pasa que uno, con los años, se anima a decir más cosas. Soy calentón, nunca me gustó perder a nada. ‘Me voy tranquilo porque dejé todo’, suelo escuchar. ¿Y cómo te vas a ir tranquilo por eso? ¿No se supone que siempre hay que dejar todo? ¿No es tu trabajo? Está en juego el orgullo, el amor propio de cada uno. Algo tiene que pasarte por adentro… Hay un millón de cosas que pueden pasar por tu cabeza después de una eliminación, menos tranquilidad. Sentí mucha bronca, decepción e impotencia por las ganas que tenía de seguir en la Copa.

– ¿Sos de los jugadores a los que les cuesta mucho da vuelta la página?

– Puedo hacerlo, sin dejar de lado esa amargura. Sinceramente, ahora nos vemos en un final de campeonato de mierda.

– Entonces, ¿este semestre fue un fracaso?

– Si vamos al significado de esa palabra, eso es no llegar a cumplir con éxito los objetivos pactados. Y nosotros no los cumplimos. Por eso, fue un fracaso.

– Casi nadie se anima a usar la palabra fracaso…

– Ok, el diccionario no miente. No tiene nada de terrible hablar de fracaso. Después, podés usar otros sinónimos como frustración, decir que no salieron las cosas o que hicimos todo lo que pudimos… Soy honesto y te aseguro que el equipo se brindó al máximo. Pero no se llegó. Y eso, ni más ni menos, es un fracaso. Punto.

– ¿De chico te hubieras atrevido a usar ese término en una nota?

– Por supuesto que lo digo ahora porque soy más grande. Cuando era pendejo me calentaba mucho si me decían que fracasaba en algo. Hoy no me asusta que nos digan que fracasamos.

– ¿Esperábas rendir así o pensabas que te costaría más la readaptación al fútbol argentino?

– Rendí mejor de lo que la gente esperaba.

– ¿Por qué lo decís? ¿Notabas desconfianza?

– Desde los medios, especialmente de vos (risas). ¡Y ponelo esto, eh, grabalo bien, je! Creo que había muchas dudas sobre mi juego, más que nada. Yo confiaba en mí, sabía cómo venía. Más allá de que no había sido bueno mi año en cuanto a goles en el Inter (de Brasil), físicamente estaba muy bien. Cuando cambió el técnico pasaron algunos partidos que no jugué, pero después siempre lo hice. En las vacaciones mantuve ese nivel físico. Mi miedo pasaba por la adaptación a este grupo.

– ¿Y cómo fue eso?

– Es que más allá de conocer al club, todo lo demás era nuevo: cuerpo técnico, compañeros y el fútbol argentino. Que no es mejor ni peor que otros; es diferente. De mucha intensidad y fricción. Hay partidos donde tenés mucho espacio y en otros te dan dos horas para controlar la pelota. Le tenía un poco de temor a eso, pero estoy contento con mi nivel. Llego muy bien a los partidos y los termino igual.

– ¿También necesitaste adaptación al exitismo de nuestro fútbol?

– Y sí. En Brasil es picante también, pero acá está la tierra de uno. La familia, los amigos, todos te meten fichas. Después están los que inventan muchas boludeces. Con lo de las redes sociales, cualquiera escribe lo que quiere y sale en todos lados. Pero nuestro fútbol tiene su lado lindo. ¿Por qué pensás que la mayoría quiere volver a jugar acá para retirarse? Algo tendrá, ¿no te parece?

– ¿A tu momento actual lo pondrías en algún lugar del podio en tu carrera?

– Cada momento es único, se los vive de maneras diferentes. Por ejemplo, a mí me hubiera encantado seguir en la Libertadores para continuar aprovechando mi nivel. Pero ya no peleamos por nada y eso hace que no pueda disfrutar de mi buen momento porque lo grupal siempre es lo principal.

– ¿Qué pensás de que esté en duda la continuidad de Sava después de junio?

– Es un tema delicado porque uno puede sentir una cosa y los que toman esas decisiones son otros. Sabemos cómo se vive en el fútbol argentino. Los técnicos necesitan tiempo para trabajar. Que en la Argentina eso no se cumpla, es otra cosa. Facundo llegó hace cuatro meses, jugamos muchos partidos, hubo muy poco tiempo de laburo. A mí me parece que ni habría que cuestionarlo. Los entrenadores necesitan tiempo para laburar tranquilos y meterles su idea en la cabeza a 30 tipos.

– Por el material que tiene el plantel de Racing…

– Pará (Interrumpe), no me hagas pelear con nadie, no me busques la lengua, je.

– Vamos de nuevo: por los jugadores que tiene Racing, ¿qué estilo debería ser el más adecuado?

– Eso no te lo voy a responder, je. Lo que te puedo decir es que es muy importante un plantel con la versatilidad nuestra para jugar de distintas formas. Después, está en el técnico buscar el mejor esquema que se adapte a los jugadores que hay. Como delantero, me encantan los equipos ultraofensivos. Pero si le preguntás a un volante central, preferirá un sistema más equilibrado para no volverse loco. En la primera parte del semestre éramos un equipo ofensivo que llegaba con mucha gente y quedaba desprotegido atrás. Después controlamos eso y quedábamos con uno o dos tipos solos adelante. Pero Facundo sabe que estamos para darle alternativas en este grupo, que es muy bueno. Y sobre todo desde lo humano.

– A ver… Nunca escuché a un jugador decir que “estoy en un mal grupo”. Suena a frase hecha…

– Te lo explico: este es el mejor grupo que integré en toda mi carrera. No somos amigos los 30, pero entrás al vestuario y hay una armonía que se olfatea enseguida. La convivencia es muy, muy buena. Con la seriedad cuando debe estar y la broma en los momentos justos. El tipo de 36 años se mezcla con el de 18. Vos lo ves rápido eso. Hay cero camarilla como he visto en otros planteles donde me tocó estar.

– ¿Te preparás para tomar la posta de Milito?

– ¿Qué es la posta?

– El liderazgo que dejará cuando se retire.

– No me creo su sucesor.

– ¿Cómo que no?

– Cuando llegué dije que venía a sumar adentro de la cancha, que es lo más importante, y en el vestuario. Hay un grupo de muchachos de 28 ó 29 años que hace mucho tiempo que está acá y quiere mucho al club. En estos dos años, con Diego y el Chino (Saja) bien marcados como referentes, ese grupo silencioso del que te hablo siempre estuvo ahí. No hay un solo tipo que lidere todo sin los otros no empujan desde atrás. Es clave eso.

– Entonces, ¿no te gustaría ser el máximo líder?

– No tengo problemas en tomar ese rol como cara visible por los años, por experiencia, por haber salido del club, porque futbolísticamente estoy bien… Si es por todo eso, asumo la responsabilidad. Pero no me pongan como una figurita, como un muñeco.

– ¿Qué es para vos un líder?

– ¡Uy, qué hincha pelotas que estás!

– Bueno, te lo digo yo: entre otras cosas, el líder debe dar ejemplos…

– No me vengan con esas pelotudeces. No quiero ser ejemplo de nadie. Al ejemplo hay que demostrarlo con actos. Soy esto y hago esto. Si querés, seguime. No pido ‘hacé esto’. Eso lo elige el otro. Hay líderes a los que les gusta mucho hablar, arengar, dar la cara por el grupo. En mi carrera tuve acciones, pero dejando la voz de mando a otras personalidades mejores para eso. Vas a tener un quilombo bárbaro para cerrar el concepto de líder por todo lo que te dije.

– Mirá cómo lo resuelvo: ¿qué líder serías vos?

– Puedo ser un líder silencioso, ahí tenés. Pero seguiré siendo el mismo. Por ahí, si me tengo que exponer en alguna conferencia de prensa, lo haré. Si me va el mote de líder por carrera y experiencia, entonces lo llevaré. En Porto, Lyon e Inter sentía que, cuando decía algo, me escuchaban. Y había un par que me seguían y consultaban. En Racing también siento eso desde que llegué. No tengo problemas en tomar la posta de Diego, siempre pensando en que hay un grupo que respaldaría eso.

– ¿Qué sueños tenés?

– Te cuento: en su momento, la gente se identificó conmigo porque el equipo andaba mal y yo andaba bien. El hincha se quedó con el pibe que salió de Inferiores y qué se yo. Pero jugué 70 partidos y ni siquiera entrábamos a una Copa. Acá no gané nada.

– ¿Algún pálpito?

– Tengo el presentimiento de que algo voy a ganar con Racing. Es un deseo muy fuerte, soy honestamente optimista.

– ¿Y qué imaginás una vez que se cumpla tu contrato en junio de 2017?

– Me voy al Milan o el Chelsea, je. No, hablando en serio, a mí me gustaría terminar en Racing. Pero en un año pueden pasar un millón de cosas. Cuatro meses malos, problemas internos… Mañana podés tener una discusión con un compañero de laburo y se te pueden ir las ganas de estar ahí. Y si podés elegir, te vas. Yo vine para no moverme nunca más de Racing. Pero si llego a 15 partidos sin meter un gol, la puteada más bajita la va a escuchar mi viejo desde Rafael Obligado.

– Ojo, tal vez en esos 15 partidos podés meter varias asistencias…

– Y bueno… Volviendo a lo otro, no hay peor cosa para un futbolista que su propia hinchada lo putee. Sí, hay algo peor: no cobrar durante cinco meses como los jugadores de Quilmes, que seguro aguantarían las puteadas de su gente con tal de que les paguen.

– Te imagino desapareciendo del mundo del fútbol post retiro.

– Hoy te digo que sí. Después lo no sé, je.

Fuente: Olé

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