Racing Club El Primer Grande

«Hay que poner al grupo por delante de todo»

Agustín Orión se sentó en el Cilindro y habló de todo. Lejos de ponerse el cassette, analizó en profundidad cómo se construyen los líderes en esta época. Convencido del camino que transita Racing, aseguró que el plantel está cerca de encontrar su mejor versión.

Agustìn Orión no se guardo nada.
Agustìn Orión no se guardo nada.

-¿Qué es un líder?
-Es una pregunta importante pero difícil de responder.

Apenas unos segundos tarda Agustín Orión en distinguir qué vale la pena y qué forma parte del show cotidiano que embrutece. Lo que le lleva más tiempo es agarrar ritmo para contestar. No es que le cueste transformar las ideas en palabras. Para nada. Sucede que, aunque no lo diga en ningún momento, parece desconfiar de las intenciones de su interlocutor. Recelo lógico: en una época en la que lo escandaloso se vuelve noticia con demasiada facilidad, resulta razonable no hablar por hablar.

-Pepe Sánchez, emblema del básquet argentino y presidente de Bahía Basket, dijo que la clave del éxito de su equipo radica en que lo grupal está por encima de las individualidades. ¿Coincidís?
-Sí, claro. En los deportes colectivos, si no ponés al grupo por delante, es muy difícil que se cumplan las metas. Se necesita cooperación y que se dejen un poco los egos de lado. A todos nos gusta que nos reconozcan pero el proyecto tiene que estar por encima. Para que en el fútbol, que finalmente se resuelve los domingos en la cancha, te vaya bien, se precisa de la ayuda de todos: de los que juegan, de los que van al banco y de los que ni siquiera van al banco. Y esos valores se empiezan a incorporar cuando somos chicos.

-“Poner al grupo por delante” es una frase políticamente correcta que se escucha con frecuencia en el ambiente del fútbol. ¿Cómo se hace para que se transforme en algo real?
-Me parece que todo parte de la educación. Y, cuando digo educación, me refiero a la familia, a la escuela, a los formadores, a los entornos. En esta sociedad, pareciera que solamente importa ganar. Pero también está el cómo. Y el cómo no significa únicamente el estilo de juego: el cómo es también el proceso de construcción de un grupo. Cuando no se trabaja bien en todo esto, ocurre que llegan a Primera jugadores que confunden las cosas y que creen que no necesitan de los otros. Y esto es colectivo: el 10 para brillar precisa que haya otros que corran y que se la pasen. Pienso que, a la larga, el que lo entiende logra buenos resultados.

Y arranca a soltarse. Y las palabras aparecen, unas detrás de las otras, casi sin margen para procesarlas. Y Orión, el arquero de Racing, el capitán mientras Lisandro López se recupera de su lesión, desnuda su mirada sobre el fútbol. Y por eso tiene sentido escucharlo.

-¿Los líderes nacen o los líderes se hacen?
-Creo que nacemos con una personalidad que se va formando con el paso de los años. Conviví con muchos líderes y llegué a la conclusión de que no son todos iguales. De lo que sí estoy seguro es que los líderes necesitan gente que esté atrás y que los empuje y que los acompañe. Además, tienen que ser creíbles y convencer desde el ejemplo. Pero lo importante en este momento son los grupos de trabajo. No existe más el autoritarismo que indique qué hay que hacer sin dar explicaciones.

-¿Quiénes fueron tus referentes adentro y afuera de la cancha?
-Puedo nombrar a muchos. En San Lorenzo, subí al plantel en 2000 y recuerdo que había muchísimos problemas. Los muchachos más grandes se reunían para tratar de solucionar las cuestiones. Estaban Gustavo Campagnuolo, Pablo Michelini, Coco Ameli, Rivarola, Leo Rodríguez, el Beto Acosta, Bernardo Romeo y Sebastián Abreu. Eran todos jugadores de experiencia y nosotros, los más pibes, escuchábamos esas palabras autorizadas. En la Selección, compartí plantel con Ayala, con Heinze y con Crespo. Y con Verón estuve en Estudiantes y en la Selección. De él, por ejemplo, aprendí el respeto que hay que tener con todos los que trabajan. Mascherano, aunque es menor que yo, tiene una educación superior a la media y te abre la cabeza cuando te habla. Y los técnicos también forman: la humildad de Sabella, por citar otro ejemplo, me marcó mucho.

-¿Pensás que son suficientes las herramientas que reciben los futbolistas durante su proceso formativo?
-No alcanzan. A mí me tocó estar en Boca con Rodrigo Bentancur, a quien con 17 años exigían como a Palermo, y ahora me toca estar con Lautaro Martínez, que recién tiene 19 años pero es presionado como si fuera Milito. ¿Y quién se pregunta si estamos preparados para eso? ¿Quién nos forma para sentarnos a hablar delante de las cámaras? ¿Quién nos enseña a manejarnos ante las situaciones que todo el tiempo surgen en el fútbol argentino?

-¿Y dónde puede estar la solución a este problema?
-Pienso que la clave está en ampliar el horizonte. No creo que en el fútbol sólo tenga que haber gente vinculada históricamente con el fútbol: lo que importa es que haya personas idóneas preparándonos. Si los clubes, junto a la AFA, no les dan a los chicos herramientas para salir a la vida, algo estamos haciendo mal. Y esas herramientas tienen que servirles tanto a los que llegan a Primera como a los que se quedan en el camino. Quizás suene utópico pero es lo que creo.

-¿Qué lugar te parece que deben tener los juveniles adentro del vestuario?
-Por la experiencia acumulada, los más grandes podemos trasladar muchas cosas y ayudar bastante a los que recién están empezando. Pero yo festejo que los chicos opinen y participen adentro del vestuario. Es saludable escucharlos y siempre se puede aprender algo nuevo. Sin que por eso se transformen en referentes. Ser líder de un equipo en Argentina es un desgaste enorme porque necesitás saber de economía, de psicología, de sociología y de todo lo que se pueda imaginar. Y eso hace que muchos jugadores se desgasten y no quieran estar tanto tiempo en clubes importantes.

-¿Cómo explicás que termines siendo referente en todos los clubes en los que jugás?
-Nunca me lo puse a pensar. Debo tener una personalidad proclive a eso. Y, además, se suman las circunstancias que transité a lo largo de mi carrera. Por ejemplo, en San Lorenzo viví cosas muy potentes en muy poco tiempo. También tuve la suerte de estar en equipos a los que les fue bien y en la Selección. Yo siempre digo que los lugares en los grupos te los va dando la propia dinámica del grupo. Y la edad es por supuesto un tema fundamental: cuando sos de los más grandes, es más probable que te escuchen.

-¿Disfrutás de ocupar ese rol o lo tomás como una responsabilidad ineludible?
-Un poco y un poco. Lo tomo como una cuestión de grupo que es cada vez más difícil de resolver. Acá hay que estarles encima a los pibes y preguntarles si salen, si descansaron, con quiénes andan y en qué están pensando. No es sencillo porque jugar en un club como Racing hace que aparezcan muchas cosas de golpe: auto, dinero, fama. Y hay que saber manejar todo eso. Por eso es que se recurre cada vez más a especialistas que puedan aportar saberes específicos.

-Contado así, da la sensación de que te tenés que ocupar de más cosas que de atajar. 
-Es que por eso no es fácil. En Europa, por ejemplo, la historia es diferente. Pero acá no. Yo tuve la suerte de venir de una familia de clase media que me permitió solventar ciertos gastos. Pero, cuando escuchás a compañeros de distintos clubes, te das cuenta de que existen situaciones muy distintas. En Argentina, es frecuente que nos ocupemos de muchos temas que exceden lo que ocurre en la cancha.

-Más allá de las tareas extrafutbolísticas que señalás, suele decirse que los jugadores viven adentro de una burbuja. ¿Te molesta que se piense eso?
-Para nada. Creo que es así. Los jugadores tenemos nuestra cuota de responsabilidad por cómo están las cosas. No somos algo distinto a la sociedad: cada cual piensa en sí mismo y nada más que en sí mismo. Y nunca miramos alrededor. Salvo cuando ocurre algo fuera de lo normal y tenemos la soga al cuello. ¿Y por qué no hacemos las cosas antes? ¿Y por qué no miramos al ascenso antes? Emparchamos el problema y seguimos adelante como si nada.

Fuente: RacingClub

Racing Club – El Primer Grande
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