Racing Club El Primer Grande

«En la cocina hay que jugar en todos lados»

Donato De Santis, el famoso chef italiano, es amante de Racing y el Inter.

El cocinero es fanático de la Academia. (foto: racingclub.com.ar)

Y confiesa su secreto para ser top: «Cuando abro el restaurante es como salir a la cancha».

Lo dijo hace poco, en una entrevista a Clarín: «El beisbol me sacó de la calle». Fue en el Sur de Italia, donde creció, y muchos años antes de llegar a nuestro país, en 2000. A Donato De Santis, uno de los chefs más reconocidos, le gusta hablar de pasión. De toda clase de pasión. Por los aromas, que le regalan un viaje a su niñez, los sabores y también por el fútbol. El destino ya estaba escrito, pero tardó años en descubrirlo. Donato nació en Milán y eligió rápido al Inter. Todavía no existían Diego Milito, Argentina y mucho menos Racing. Ahora pisa el Cilindro y es un hincha más de la Academia. A tal punto que fue a alentar al Cholo Simeone, en la última final de Champions, con una camiseta blanca y celeste, y tuvo el honor, hace sólo un par de meses, de inaugurar la nueva cocina de la pensión académica. Y cocinó, claro. Pastas secas con tomate, zucchini, berenjenas y arvejas fue el menú elegido.

-¿Cómo fue estar tan cerca de los jugadores?

-Fue una emoción distinta. No es normal haberles podido cocinar a los jugadores. Los veo cada domingo, cada partido… No sé cómo describirlo. Es una sensación anómala que me provoca muchos sentimientos.

-¿Fue algo nuevo?

-Ya he cocinado para jugadores y demás. Pero cocinarle al equipo del que sos hincha es otra cosa. Nunca me había pasado. Fue una presión extra. Hubo algo de nervios, ja.

-¿Cómo nació tu amor por Racing?

-Surgió en mis años por Miami (NdR: trabajó en Los Angeles, Santa Monica Hollywood, Chicago Palm Beach y fue chef de Gianni Versace en su mansión de Miami Beach). Allá conocí a unos argentinos que tenían pasión, una pasión muy arraigada y extraña, para mí, por Racing. No era amor hacia el equipo, era hacia el club. Los hijos, los padres, los abuelos… Eran todos socios. Toda la familia vivía esa pasión y participaba. Me atrajo ese sentimiento que describía la familia por Racing. Interna, externa… Todo esto incluye más que el fútbol.

-¿Seguís al equipo?

-Veo todos los partidos y cuando puedo voy a la cancha. Desde que vivo en Buenos Aires habré ido unas diez veces a la cancha, pero la emoción, la pasión es igual. Lo que más me llama la atención es que en la cancha hay muchísimas mujeres. Hasta solas. Eso no se ve en cualquier parte del mundo. Las veo con tatuajes, cantando las canciones de Racing… Se las saben todas, ja. Tengo que admitir que el público femenino me llama la atención.

-También sos del Inter.

-Sí. Y es muy parecido a Racing. Tienen muchas cosas similares y en común. Empezando por Diego Milito, claro. Allá también es ídolo a full. Pero todos los jugadores argentinos que pasaron en los últimos años quedaron en la memoria de los hinchas. Ganaron títulos… En Italia tienen una emoción parecida por el club, más allá del resultado. Amamos vivir la esperanza de pasar una rueda de copa, dar vuelta un partido. Todo eso.

-¿Con Milito ya se conocían en Italia?

-No, la primera vez fue cuando cociné en Racing. Es muy reservado y respetuoso. Y yo lo respeto por todo lo que es. Me gustó mucho poder regalarle la pasta como él nos regaló todos sus goles.

-¿Y entre cocinar y jugar al fútbol ves algún punto de encuentro?

-Sí, claro. Cuando abro el restaurante es como salir a la cancha. Hay varios paralelismos: el plato es la jugada que te tiene que salir bien para hacer un gol, para que tu comida le guste a la gente. La pelota tiene que entrar en el arco y no pegar en el travesaño e irse. Es como meter un condimento más o menos… Si le pifiás no tenés el gol en tu plato. Y la pasión también juega. Uno se dedica a esto y deja el corazón, como cuando se juega al fútbol. Por eso encuentro puntos en común.

-Imagino que en la cocina jugás de diez…

-Trato de manejar todo, es cierto, pero no juego de diez. En la cocina no se puede estar sólo en una posición. Hay que jugar en todos lados. Tenés que hacer de arquero para atajar algún error o salvar algún plato, de diez para crearlo y armarlo, y de nueve para llevar el plato a la mesa y que se disfrute.

Fuente: Olé

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