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Igual que el Galgo

Juan Ramón Fleita, DT de la Novena de Racing, habla de su dura infancia y cuenta cómo salió adelante tras padecer la enfermedad de Hodgkin.

El Lagarto le metió este golazo a Vélez.

Juan Ramón Fleita, DT de la Novena de Racing, habla de su dura infancia y cuenta cómo salió adelante tras padecer la enfermedad de Hodgkin: “Cuando yo salí a hablar lo hice, al igual que el Galgo, para dar un mensaje de esperanza a las personas que estaban en una situación similar”.

-La gente te conoce como jugador, ¿Cómo es el Lagarto Fleita como DT?
-Me gusta ser creativo. No me ato a un sistema. Me gusta la versatilidad, siempre y cuando tenga un plantel para poder hacerlo. Hoy dirijo la Novena de Racing pero me encantaría en algún momento entrenar a la Primera porque yo soy hincha del club. Pero cuando sueño lo hago con tranquilidad porque todo eso se consigue demostrando trabajo, compromiso y profesionalismo. Estoy en ese proceso, ya se va a dar. Paso a paso, como diría Mostaza.

-¿Cómo es tu estilo para educar a los chicos?
-Lo más importante es inculcarle buenos valores. Nací en una familia muy humilde pero rica en conceptos y valores de vida. A mí me costó todo desde chico y la tuve que remar siempre. De chico la pasé mal… Cuando dije que la primera vez que comí bien fue a los 18 años cuando concentré en Racing, fue porque nunca supe lo que era una entrada, un plato principal y un postre.

-¿Tenés chicos que viven situaciones similares a la que vos pasaste?
-Sí, claro. Está el chico que no tiene plata para venir a entrenar y se pone mal por eso, el que está mal alimentado, el que tiene problemas en la casa. Yo me tomo el trabajo de hablarles, de darles consejos de vida porque no todo es una pelota de fútbol.

-¿Y cuándo vos estabas en el lugar de ellos? ¿Pensabas más en el sueño de jugar en Primera o en ayudar económicamente a tu familia?
-Mirá, yo salí a trabajar a los 10 años por decisión propia porque las cosas no andaban bien en mi casa. Mi primer laburo fue a una cuadra de mi casa en una distribuidora de tapas para empanadas. Entraba a las cinco de la mañana y cuando salía de trabajar me iba al colegio. Y después, a entrenar. Porque desde pibe supe que iba a ser jugador de fútbol.

-Tuviste una infancia dura y luego padeciste la enfermedad de Hodgkin (NdeR: cáncer en el sistema linfático). Dicen que lo que no te mata, te fortalece…

-Todas estas situaciones que tuve que enfrentar me hicieron más fuerte interiormente y además me dieron más sabiduría. Antes de la enfermedad agarraba la pelota a cien y quería terminar a mil. Hoy en día paro la pelota, la piso, y analizo la próxima jugada que voy a hacer en mi vida. Hay situaciones en la vida en las que uno saca esa fuerza de donde no la tiene. Lo que pasé me ayudó a entender que nada es imposible: salvo la muerte todo es reversible.

-Una situación parecida a la tuya que se dio recientemente es la de Jonás Gutiérrez…

-Sí. De hecho, cuando me enteré de lo de Jonás lo llamé, y él me agradeció muchísimo que lo haya hecho porque sinceramente me sentí identificado con lo que estaba pasando. Le dije que estaba a su disposición para lo que necesitara y que tuviera fe, que lo iba a superar. Creo que tanto a Jonás, como a mí en su momento, nos era más fácil no salir a hablar. Pero el mensaje nuestro podía ayudar a otras personas que estuvieran pasando por algo así. Y esa fue nuestra intención: dar un mensaje de esperanza.

-¿Te llegaban mensajes de personas que pasaban por una situación parecida?
-Hasta el día de hoy me llegan. Cuando yo caí enfermo, las manifestaciones de apoyo fueron tremendas. Pero después de hablar públicamente te llegaban mensajes que te decían “Juan me ayudaste a tener fuerzas para salir adelante. Gracias”. Y de sólo contarlo se me pone la piel de gallina siendo Lagarto (risas). Son esas cosas que te dan gratitud porque con tu mensaje podes ayudar a las personas, y así fue.

-¿Un logro en tu vida?
-Mis hijos Juanita, Delfina e Iván. ¡Obviamente son los tres de Racing! Y el otro gran regalo fue que Dios me dio otra oportunidad para seguir viviendo. Yo tengo para escribir un libro, la verdad. Desde cuando vivía en la Isla Maciel, hasta cuando me mudé a La Boca, en donde laburé de todo. Cuidaba coches y todo lo que te puedas imaginar. Si tuviera que titularlo, se llamaría “La fuerza Escondida”. Esa fuerza que todos la tenemos pero que sale a la luz en los momentos más críticos. Una de las cosas que aprendí es que hay que disfrutar la vida. Hay que animarse a disfrutarla a pleno.

Fuente: Olé

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