Racing Club El Primer Grande

Errar es humano

Entrevista a Gustavo Bou, que contó que nunca habia firmados tantos autógrafos en una semana. "Un taxista me pidió disculpas y me dijo: 'Te amo'" dijo.

El delantero tiene su lugar en el mundo en Nebel, Concordia.

Bou, el sorprendente goleador de Racing, le contó a Olé su vida de esfuerzo, el dolor por la muerte prematura de su madre y cómo se fortaleció con esas experiencias.

Cuando era muy chico, mi viejo, que todavía es albañil, me llevaba a alguna obra en construcción. ¿Sabés lo que hacía yo? Me tiraba a dormir sobre un cartón que encontraba mientras mis hermanos trabajaban con él, je. O si no, a lo sumo, le alcanzaba algún ladrillo. Pasa que era muy chico, más que eso no podía hacer. Después llegaba a mi casa, tomaba la leche y me iba corriendo a entrenarme al club de barrio que quedaba un poco lejos. En ese momento jamás imaginé que llegaría a ser jugador de fútbol”. Era pequeño Gustavo Bou. Un purrete que se crió en Nebel, un pueblo de Concordia, en una familia de brazos arremangados y manos curtidas por un trabajo de pico y pala que llevaba las monedas justas a la casa. Muchas veces, insuficientes. Ya de más grandecito, la vida le fue entregando a este delantero de 24 años la enseñanza que dejan las desventuras, la sensibilidad que forma el dolor, la coraza que pueden arman las situaciones dramáticas. Ahora se entiende muy bien cómo hizo para sobreponerse a las críticas recibidas antes de ser el jugador sensación tras los cinco goles en seis días… Y en tres partidos.

“Nunca había firmado tantos autógrafos en una semana. Bah, también lo hago mucho cuando me voy a mi pueblo (en Entre Ríos) a hablar con los chicos de Inferiores de allá. Se juntan y siempre les firmo autógrafos, aunque también es algo que mucho no me gusta; me da vergüenza. Junto con Diego Jara (Atlético Tucumán) y Bruno Urribarri (River), allá nos toman como ejemplo”, cuenta el atacante, mano a mano con Olé .

-¿Es la semana más feliz de tu vida?

-Sí, me tocó convertir cinco goles en tres partidos. Estoy muy feliz. Pero no tengo que creérmela. Mis viejos y mis hermanos siempre me pusieron en la cabeza que con la humildad se llega a todos lados. Tengo que seguir con este sacrificio. Me apoya mucho la familia, también Patita, mi suegro.

-¿Cómo fue tu infancia?

-Nací en el barrio Nebel, un pueblo de Concordia. José Luis, mi hermano mayor, jugaba allá en ese club. Cuando yo tenía cinco años, sabía que él llegaba de trabajar de albañil y se iba a jugar. Yo me ponía frente al muro de mi casa para darle lástima y que me llevara con él a jugar. Como era muy chiquito, me quedaba en mi casa. Mi hermano jugaba bien. Estuvo primero en Nebel y después en otros clubes de Concordia. Tuvo la oportunidad de venir a Buenos Aires, pero después no pudo.

-¿Por qué?

-No quería dejar su pueblo. Al día de hoy me dice que soy su ídolo, que lo lleno de orgullo. Porque siente que yo hice lo que él no pudo hacer. Todos me apoyan siempre. Somos nueve hermanos, seis varones y tres mujeres. En realidad, deberíamos ser once. Porque hubo dos mellizas que fallecieron apenas nacieron. Cada vez que puedo, voy a visitarlas al cementerio.

-¿Siempre fuiste punta?

-Arranqué como defensor, después como volante y terminé arriba. Me empezó a gustar hacer goles, gambetear. Jugábamos en el barrio Nebel, sobre la tierra. Para mí pisar esa cancha de 11 era un lujo. Hice las Inferiores hasta los 12 años. Después pasé al club Comunicaciones, donde quedé en una selección de Concordia. Jugué un torneo con la categoría 88 (dos años mayor que él) y anduve bien. Me vieron de River, pasé una prueba y a los 14 años me vine para acá. Pero no fue fácil.

-¿Qué pasó en el medio?

-Mi vieja murió en 2005 de cáncer. Cuando nos dimos cuenta, la enfermedad ya estaba muy avanzada. Fue un golpe durísimo para mí y toda mi familia. Al año y medio de estar en las Inferiores de River pasó eso y quise largar el fútbol.

-¿Cómo te sobrepusiste?

-En River había dicho que si mi mamá se moría, yo dejaría de jugar porque no me importaría más nada. Me pusieron psicólogos y me aferré mucho a ellos. Si no seguía, hoy en mi barrio dirían que desaproveché la oportunidad de poder jugar. Le puse el pecho. ¿Sabés por qué? Antes de irse, mi vieja me dijo que quería que nunca dejara el fútbol, que me iba a apoyar desde dónde estuviera. Le hice caso.

-Y te volviste a Núñez…

-Sí, pero después de estar casi un mes en Concordia, sin ganas de nada. Un día estaba afuera de mi casa, llorando. Cuando mi viejo llegó en bicicleta desde el trabajo, le comenté: “Extraño mucho a la vieja”. Me respondió: “Yo también, pero sigo laburando por vos, por tus hermanos, por ustedes”. Ahí me acordé de lo que me había dicho mi mamá y decidí pelear por lo que ella quería. Cuando se enteró, mi papá se largó a llorar, pero de felicidad.

-¿Cómo fue tu regreso a Buenos Aires?

-Difícil. En ese momento no teníamos plata porque mi papá había gastado mucha por el problema de mi vieja. Le tuvo que pedir plata a un vecino para comprarme el pasaje y que yo pudiera volver a Buenos Aires. Ahí empezó mi carrera sufrida.

-¿De qué manera te recibieron en River?

-Fue inolvidable. Llegué al mediodía a la pensión, a la hora del almuerzo. Cuando entré con el bolso todos se dieron vuelta y empezaron a aplaudirme porque querían que regresara. Me puse a llorar, estaba muy sensible. Sólo podía despejarme de todo en las dos horas que duraban los entrenamiento. Me acuerdo de que me hicieron muy bien los compañeros y los psicólogos a los que me aferré. Al día de hoy me sigo comunicando con uno de ellos.

-¿A quiénes recordás?

-A todos. En esa Séptima estaban Affranchino, Agustín Cousillas, Gastón Villarreal, Maxi Oliva, Chichizola, el Coco Santana… Siempre voy a valorar eso. A mi nadie me regaló nada para estar donde estoy. Salí de momentos difíciles, por eso disfruto mucho del actual.

-Después de todo lo que contás, las críticas de los hinchas por tu llegada a Racing habrán sido una pequeñez para vos, ¿no?

-Sí, pero me sorprendí por cómo manejé este tema. Me aislé. Quizá en otro momento era el primero en ver la tele, escuchar la radio o leer, pero cambié eso. Se dijeron cosas que me molestaron, a veces se habló de más. Me dolió porque hubo mala leche. Quería ayudar al equipo y demostrar que el cuerpo técnico no estaba equivocado en traerme.

-¿Cómo imaginás que te recibirán los hinchas el domingo ante Rafaela?

-En el fútbol hoy estás allá arriba y después, abajo. A todo jugador le gusta ser ovacionado. Me crucé gente de Racing que me sorprendió. Por ejemplo, ayer (lunes), cuando salí a la calle, un taxista paró y me dijo que era uno de los que no me bancaba. Me pidió disculpas y me dijo: “Ahora te amo”. Lo traté con mucho respeto, pero no hay que juzgar antes de tiempo…

-¿Seguís yendo seguido a Concordia?

-Siempre que tengo la oportunidad, me voy. Me encanta mi barrio. Mi familia no entiende por qué nunca me voy de vacaciones a otro lado. Me gusta estar en mi casa, pasear por Nebel, estar con mis amigos. Cuando llego sigo jugando a la pelota con mis hermanos y amigos. Trato de hacer una vida normal, como todos. Saben que soy uno más.

Compartimos un video de Racing TV donde entrevistan a Saja y a él:

Fuente: Olé

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