Racing Club El Primer Grande

El día que la esperanza le ganó a la realidad

El 9 de febrero será recordado por el histórico triunfo frente a Independiente con nueve hombres. Una tarde noche donde lo increíble se cristalizó y lo que parecía imposible, se superó.

La noche del 9 de febrero pasó a posteridad.

No fue un día más, no se ganó una copa pero se ganó un partido que marcará a todos los hinchas de Racing. Fue un día donde la gente fue tan pero tan protagonista que movieron las piernas de los 9 jugadores que quedaban en la cancha. Sangrando, con cortes en la cara, con un hombro dislocado y casi sin aire, esas 18 piernas lograron lo imposible.

A los 85 minutos, Cvitanich tiró el centro al medio para que vos, el que escribe, tu familia, amigos, y todos los que estaban en el Cilindro le den una bocanada de aire a Marcelo Díaz para que pare el balón y empuje ese balón a la red. Pero la pelota no entró.

En realidad la pelota desapareció en una explosión de gritos, euforia y furia. Desapareció entre los abrazos extenuados de los jugadores.

Esa noche, ese grito fue fundido entre el hincha y el jugador. Y no es paradójico. Es literal. Fue un grito de guerra de ésos que no se olvidan más. Como el resultado.

Nunca, en toda la historia del fútbol argentino, un partido clásico fue ganado con el rival diezmado por dos expulsiones. Eso lo hace más épico.

Porque la realidad indicaba que el partido se hacía cuesta abajo. Sin Arias, arquero y figura ni Leo Sigali, defensor y figura, todos los caminos conducían a una derrota.

Pero no. Esa esperanza que partió desde las tribunas se pudo capitalizar en el campo. Allí, gracias a esa esperanza, el hombro de Domínguez dolía menos, la ceja de García casi no sangraba, los músculos de Díaz no se tensionaban por demás.

Nada más feliz que ganar un clásico así. Nada más único que ganar un clásico de manera excepcional.

Racing hizo historia con ese triunfo.

Porque la realidad decía lo contrario. Pero la esperanza es la llevó a todos a confiar. Todos. El que estaba en el Presidente Perón, el que estaba adentro del campo, el que lo estaba viendo por TV y hasta el que lo estaba escuchando por Radio.

Ese clásico se ganó entre todos. Porque la gente no fue un jugador más, eso dejáselo a otro equipo. Esa noche la gente fueron dos jugadores más. Y nadie lo puede discutir.

 

Fede Dotti
Por Federico Dotti

Racing Club – El Primer Grande
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